La evolución de los precios de abril habría sido de entre 0,5 y el 0,6 por ciento, menos de la mitad del registrado en marzo, un número que regresaría el Indice de Precios al Consumidor (IPC) al nivel de las previsiones del equipo económico y que confirmaría que el escape inflacionario del primer trimestre respondió especialmente a aumentos puntuales, como los de carnes y lácteos, entre otros. La cifra, que será dada a conocer oficialmente por el Indec el próximo miércoles 4, fue reconocida por la subsecretaria de Defensa de la Competencia, Patricia Vaca Narvaja, quien de esta manera confirmó el valor adelantado por Página/12 el pasado viernes.
Vaca Narvaja enfatizó la desaceleración de los precios. Sostuvo que el costo de vida de abril, si bien aún “no tenemos el dato exacto”, se ubicará entre “el 0,5 y 0,6 por ciento”. La funcionaria también contextualizó los aumentos que se produjeron durante el primer trimestre del año en el marco de la puja distributiva. Concretamente, en una “cultura empresaria” que busca apropiarse del excedente económico por la vía de una remarcación de precios. Una posibilidad emergente del poder generado por mercados oligopólicos. Si bien la funcionaria reconoció que “pudo haber aumento en algunos costos, tendencia que se acentuó a fin de año y en los primeros meses de 2005”, lo que primó fue “una puja por la distribución de ingresos”. “Cuando hubo más plata en la calle (por los aumentos por decreto que beneficiaron a los asalariados privados formales), incluido el aumento a jubilados, había una mayor posibilidad de compra y como hay una cultura en nuestros empresarios que cuando ven más plata en la calle adoptan ajustes de precios para apoderarse (del excedente) por esa vía: eso es lo que ocurrió”, explicó. “Esta es una cultura que hay que cambiar”, concluyó.
El IPC se encontraría aún más abajo si no fuese por el arrastre del 0,3 por ciento dejado por la inflación de marzo. De cualquier manera, el freno relativo en la evolución de los precios tendría dos valoraciones contrapuestas. Por un lado, el Gobierno habría conseguido evitar la generalización de las expectativas inflacionarias. Por otro, se estaría también frente al efecto provocado por un freno en el consumo, como fuera reflejado por la leve retracción de las ventas minoristas. Esto sugiere que, a diferencia de lo ocurrido en los meses anteriores, la demanda no estaría en condiciones de convalidar el ímpetu remarcador de algunos empresarios, aunque para un análisis más completo de las causas reales de la menor inflación será necesario despejar el comportamiento de los distintos rubros. Sólo entonces podrá saberse si los acuerdos de precios con los productores de carnes y lácteos, entre otros sectores, fueron efectivos o si la amenaza de mayores retenciones tuvieron un efecto suficientemente disuasivo. Los datos preliminares que manejan en Economía muestran que en carnes los acuerdos con el sector mayorista no se habrían cumplido suficientemente en los comercios minoristas.
Por ahora pueden preverse algunas conclusiones. Las consultoras del establishment ya preparan informes que destacarán el éxito de no haber concedido nuevos aumentos salariales. También la persistencia del Banco Central en una política monetaria más contractiva. Pero objetivamente, en el delicado equilibrio entre inflación, crecimiento y consumo, habrá que analizar cuál de las rubros afectados resultó socialmente menos doloroso.
Tanto en el Ministerio de Economía como en el Banco Central estiman que la pauta de inflación para 2005 oscilará en un rango de entre el 8 y el 10,5 por ciento, lo que significa mantener la inflación bien por debajo de un dígito en los próximos 8 meses, pues el primer cuatrimestre ya consumió casi 5 puntos.