ECONOMíA
“De la convertibilidad salimos por espanto”
El senador santafesino Oscar Lamberto será secretario de Haciendo por dos meses. Sin vueltas, define que el país es “Afganistán, pero sin plata” y que “alguien va a pagar el costo de pesificar”. Bancos, ahorristas y cómo evitar una inflación desbocada.
› Por Cledis Candelaresi
Después de una gestión directa de Eduardo Duhalde ante Carlos Reutemann, el senador santafesino Oscar Lamberto aceptó comandar la estratégica secretaría de Hacienda por sesenta días, lo que formalmente hará desde el martes. “Es como estar en Afganistán y, encima, sin plata”, graficó ayer. En diálogo con Página/12, aclaró que los depósitos en dólares serán remunerados con una tasa menor a la pactada y que el Estado está dispuesto a gastar 4000 millones de dólares para compensar a los bancos por el costo de pesificar las deudas de menor monto.
–Como militante peronista desde la juventud ¿no le incomoda propiciar una devaluación que golpeará básicamente a los sectores de ingresos fijos?
–Me duele en el estómago. Estos días estuvimos estudiando salidas de tipo de cambio fijo a variables y admito que es complicado. Pero no podemos sostener esta agonía lenta sin financiamiento ni producción. Llegó la hora de cambiar los instrumentos. De qué vale que las cosas sean estables y baratas si la gente no las puede cambiar.
–¿Pero la devaluación no las aleja aún más, encareciendo precios?
–La devaluación cambia los precios relativos y hace que resulte más caro lo importado y barato lo nacional. Te da una salida, exportar. Lo adverso es que, en lo inmediato, se deteriora el salario real. Pero este abaratamiento de costos internos, y por ello es fundamental renegociar el valor de las tarifas públicas, hace posible producir en mayor escala. Por unos meses será como volar en la niebla con los motores apagados y tiburones abajo y el conductor borracho que debe aterrizar. Luego, tendremos una economía que empezará a crecer. Eso le pasó a México, a Brasil y a Chile. De la convertibilidad deberíamos haber salido en el ‘95 y por convicción. En cambio, ahora lo hacemos por espanto.
–¿Por qué pensar que la economía crecerá con un deterioro del salario real? Hay por lo menos 8 millones de asalariados que perderán.
–La exportación da divisas inmediatas. Exportando productos agropecuarios sin retenciones es plata inmediata.
–¿Está descartado imponer retenciones al agro?
–Sí. Habrá sólo retenciones a las exportaciones de petróleo, con las que pensamos recaudar unos 1000 millones anuales. Y estos recursos servirán para amparar de la devaluación a las deudas relacionadas con el salario de la gente: hipotecas, electrodomésticos y automotores. También a quien compró una computadora o una herramienta de trabajo. Si alguien compró una lancha con motor fuera de borda, no tendrá el auxilio estatal.
–¿Cuánto costará ese auxilio estatal?
–Al Estado le costará un total de 4000 millones.
–¿Y qué pasa con las deudas superiores a aquel monto?
–Se supone que quienes la contrayeron no necesitan amparo estatal. Se supone que tienen actividad o patrimonio o ingresos en dólares altos.
–Hay empresas fuertemente endeudadas en dólares en el exterior: las de telecomunicaciones e informática aseguran deber 10 mil millones de dólares a proveedores y bancos extranjeros. ¿No hay riesgo de default privado?
–Puede ser. Se está estudiando un proyecto de ayuda para solucionar esto. Pero no será estatizando esa deuda, que deberá solucionarse mediante acuerdo privado. El Estado no tiene dinero para auxiliar de otro modo.
–¿El plan económico ayuda o perjudica a los bancos?
–Pesificar tiene su costo y alguien tiene que pagarlo. El problema de algunos bancos es que se fondearon con créditos en dólares del exterior y la pesificación de los préstamos que otorgaron les genera un problema. La cuestión es quién pone la diferencia y cuánto ponen los bancos.
–¿Por qué suspendieron la intangibilidad de los depósitos? –Me preocupa lo que dispuso el juez (Martín) Silva Garretón, que obliga a devolver los depósitos. El dinero no está: muchos depósitos son sólo asientos contables.
–Pero la intangibilidad no abre las puertas para que el Estado eche manos de los depósitos.
–No. La ley también garantiza que no se cambiarán las condiciones de las deudas. Nosotros a quienes tienen dinero en el corralito le pagaremos menos interés. Si alguien depositó 10 mil dólares, recuperará los 10 mil dólares, pero no cobrando una tasa del 12 o el 13 por ciento, sino la que se paga en los Estados Unidos, más baja. La tasa más alta era para atraer depósitos. Con el corralito, este estímulo ya no tiene sentido.
–La ley suspende el decreto 1570 que habilitaba la dolarización de los depósitos. ¿Esto significa que si alguien, después del 3 de diciembre, compró dólares electrónicamente, por ejemplo, ahora volverá a tener pesos?
–No. Significa que los bancos no podrá dolarizar las deudas. Muchas entidades dolarizaron los saldos en las cuentas corrientes.
–Los contratos privados a los que se les da 180 días para renegociar...
–Eso es básicamente para los contratos de alquiler. Por seis meses no pueden expulsar al inquilino y en ese ínterin tal vez quede claro que el valor de los inmuebles en dólares bajará. Por lo tanto, también los alquileres en dólares deberían bajar.
–¿Por qué se llegó a esta situación?
–Porque en un año se fueron del sistema el 22 por ciento de los depósitos. En la crisis del ‘30 de los Estados Unidos se fugó del sistema el 20 por ciento y en tres años.
–¿Esa fuga se podría haber impedido?
–Probablemente sí, hace un año. Pero hubo inoperancia del gobierno anterior que además puso en el Ministerio de Economía a alguien empeñado en mantener la convertibilidad a cualquier costo.
–¿Y por qué la convertibilidad es mala o habría que abandonarla?
–La convertibilidad tiene reglas virtuosas y otras difíciles. Es fantástica en una economía en orden, con gasto controlado y organizado, el ideal del contador. Pero no con el gasto desbocado de los últimos años. ¿Sabe cuál es el déficit que nos deja la gestión anterior? Once mil millones y 5000 mil millones de deuda flotante. En este sentido, el primer efecto de la devaluación será licuar el gasto en dólares.
–Pero el Estado recauda en pesos y debe dólares...
–Por eso es fundamental una buena renegociación de la deuda, que presumiblemente incluya una quita en el capital. Para hacerla sostenible.
–¿Dónde ajustarán en el Presupuesto 2002?
–Será un presupuesto equilibrado, a cara de perro. Si se financiara gasto público con emisión monetaria, estaríamos convalidando las remarcaciones. Algún aumento de precios va a haber. Pero no puede ser una suba generalizada del 35 por ciento. Si esto ocurriera, habría que aumentar salarios y comenzaríamos la espiral tan conocida en la Argentina.
–¿Eso significa que la clave del plan es la rebaja del salario real?
–Con estabilidad bajan los salarios nominalmente: es lo mismo. Si se ajusta el tipo de cambio, suben algunos precios. El de los artículos importados, seguro. Pero el peluquero no tendría por qué aumentar un 35 por ciento. En promedio, los precios no deberían subir más del 8 o 9 por ciento.