ECONOMíA
La fórmula empresaria para evitar la crisis energética
El precoloquio de IDEA evaluó que la crisis energética está a la vuelta de la esquina. Más inversiones en exploración y en generación eléctrica es el remedio, sugieren. Pero, para ello, es imprescindible que suban los precios y bajen las retenciones, sostienen.
Por C. C.
Desde Rosario
La crisis energética no estalló, pero está a la vuelta de la esquina. Para conjurarla, Enarsa planea acoplarse de algún modo al anillo energético con epicentro en Perú, tal como sugirió ayer su director Aldo Ferrer, aunque por ahora sin recursos propios y fantaseando con una eventual asociación con una empresa privada. Quizá aludió a Techint, con intereses contundentes en aquel país y similares ganas de involucrarse en ese enlace. Pero para las petroleras no hay magia y la clave para que aparezcan las inversiones en la Argentina sigue siendo una sola: más tarifa y menos retenciones.
El panel vespertino se dedicó a analizar las posibles perturbaciones a la economía que podría ocasionar el faltante de gas. Daniel Montamat, ex secretario de Energía, subrayó que con una moderada hipótesis de crecimiento económico del 3 por ciento anual, se necesita invertir un mínimo de 2000 millones de dólares por año durante los próximos 15 para satisfacer la demanda, algo que sólo sería posible con una drástica recomposición de precios.
Otro ex ocupante de ese puesto y actual consultor, Alejandro Sruoga, precisó la envergadura de los cortes ineludibles si dentro de dos años la Argentina no pudo poner en marcha una nueva central de ciclo combinado que aporte unos 1600 megawatts adicionales, algo que Planificación aspira a concretar con fondos que les debe a las generadoras de electricidad. Claro que para alimentar esta usina es necesario garantizar la provisión del gas que amaga escasear, al menos que comience una era de exploraciones exitosas.
A su turno, Ferrer no negó esos riesgos pero minimizó la escasez de capitales para afrontarlos. “La demanda de recursos de inversión equivale a menos del 10 por ciento de la inversión bruta fija prevista”, aclaró, destacando que entre las prioridades de la estatal Enarsa figura la búsqueda de nuevas reservas. Para ello “hay que crear estímulos para los concesionarios actuales y para nuevos actores”, sentenció el funcionario, quien asegura que la empresa también buscará negocios fronteras afuera.
El problema es que la imprecisa asociación con Enarsa todavía no despierta pasiones entre los potenciales socios privados, como tampoco los seducen los estímulos fiscales ofrecidos a los exploradores de hidrocarburos. Según una fuente del sector, la devolución automática de IVA o la amortización anticipada de bienes de capital (que disminuye las ganancias impositivas del ejercicio) son alicientes básicamente eficaces para firmas exportadoras que no tienen cómo compensar el Impuesto al Valor Agregado que pagan por sus insumos, pero no tanto para afrontar la riesgosa empresa de rastrear y exprimir el subsuelo.
El verdadero anzuelo para el sector de hidrocarburos es un horizonte de precios a mediano o largo plazo que permita replicar sin problemas el precio internacional en el mercado interno. En materia de servicios públicos privatizados, esto implica subir cuanto antes las tarifas también de los residenciales y exportar gas y combustibles sin el corsé de las retenciones. Como fórmula alternativa a la erradicación de cuajo de este impuesto, Techint ya planteó a Julio De Vido la posibilidad de liberar de ese gravamen al gas nuevo que se vaya descubriendo en el futuro, idea a la que no son ajenos los técnicos oficiales.
Como la crisis de Bolivia dejó entre paréntesis la posibilidad de seguir importando su gas, empezaron a tallar las peruanas reservas de Camisea. No está muy claro de cuánto gas adicional se dispondría, pero según especialistas del sector privado difícilmente a la Argentina lleguen más de 7 millones de metros cúbicos por día desde ese origen.