El resultado fiscal de mayo mostró con toda claridad que la salida del default tendría sus costos. Por afuera de los festejos por la normalización financiera, lo cierto es que se empezaron a pagar los nuevos vencimientos. Durante mayo se giraron 2658,3 millones de pesos en concepto de intereses de la deuda. La mayor parte corresponden a obligaciones surgidas en el canje.
En forma paralela, el superávit fiscal primario de mayo cayó un 25 por ciento –a 3306 millones de pesos– respecto del mismo mes del año pasado, ante los mayores giros a las provincias y a gastos corrientes más elevados. Con estas cifras, la ganancia fiscal acumuló en los cinco primeros meses del año 9789 millones de pesos, más de la mitad de los 14.500 millones de superávit previsto para todo el año. Si se compara lo ocurrido en los primeros cinco meses del año surge que el superávit acumulado resultó apenas 2,5 por ciento inferior al de igual período de 2004. Esta rebaja supone una leve desaceleración de la actividad económica.
Carlos Mosse, secretario de Hacienda, anticipó que los resultados fiscales del primer semestre serán inferiores por “cuestiones estacionales” respecto del semestre anterior. Con esta apreciación, el funcionario dejó en claro que sería imposible elevar la actual meta de superávit fiscal, de 3 puntos del Producto Bruto, tal como reclama el Fondo Monetario. El FMI quiere que el superávit se fije entre 4 y 4,5 por ciento del PIB.
En Economía defienden el actual esquema. Aseguran que es el que posibilitó dar aumentos a los jubilados y hacer políticas activas con el sector productivo, como brindar créditos a tasas de interés subsidiadas para las pymes o devolver en forma anticipada IVA y Ganancias para grandes empresas y compañías del sector energético que amplíen la exploración y explotación. En el Palacio de Hacienda sugieren que, hacia adelante, el gran desafío será sostener un superávit fiscal del orden del 3 por ciento, un escenario que sería inédito.