–“¿Cómo hacemos para lavarle el cerebro a esa gente que piensa que la culpa de la crisis es del FMI o de las empresas privatizadas?” –le preguntó Jorge Romero Vagni, ex ejecutivo del Grupo Soldati, a Ricardo López Murphy.
–“Yo me he hecho esa pregunta muchas veces” –confesó el ex ministro de Defensa y de Economía del gobierno de la Alianza, antes de responder. “Debemos dar el debate mediático”, arrancó. “Es cierto que hoy nuestras ideas están desplazadas. Yo me propongo defenderlas con hidalguía y decisión. Nuestras ideas son las únicas que protegen los derechos humanos, la integración y la racionalidad. Las ideas del otro lado sólo llevan a la represión, a la frustración, a la violación de los derechos humanos y al atraso”, completó López Murphy.
La mayoría de los 200 empresarios que asistieron al almuerzo del Club del Petróleo respondió a las palabras del economista con un aplauso emocionado. López Murphy siguió: “Nos ofrecen estatizarnos más, nos ofrecen aislarnos del mundo, nos ofrecen más orgía inflacionaria. No es así como se construye una sociedad más igualitaria, más progresista, que tenga capacidad de responder al drama de nuestra gente”. Y terminó su respuesta con una advertencia, aunque no fue muy claro a quién iba dirigida: “El debate va a ser duro. Yo lo único que les garantizo es que nos van a dar, pero no saben cómo les vamos a contestar. Nadie se haga en ese sentido ninguna ilusión. La misma reciedumbre que se use con nosotros la vamos a devolver. Yo estoy muy convencido de los valores que defiendo. Esos valores han sido los que generaron el progreso de la humanidad, y no estoy dispuesto a entregarlos en mi patria”.
López Murphy fue el único orador en el almuerzo de la entidad empresaria. Aprovechó esa condición para distribuir entre todos los comensales planillas de su partido, convocándolos a sumarse. La agrupación se llama “Recrear Argentina” y las consignas que figuran a un costado de su logo –una flecha blanca cruzada que apunta hacia arriba, sobre un fondo celeste y con un círculo amarillo en el medio– son las de “libertad, bienestar y justicia”. La planilla solicitaba los datos del interesado y ofrecía opciones de áreas en las que se puede colaborar, ya sea en los equipos técnicos como en los grupos de acción política. Había una pregunta final: “¿Está usted dispuesto a apoyar financieramente al movimiento?”.
Métodos semejantes utilizaba Domingo Cavallo. Por estilo y por discurso, López Murphy se muestra como el heredero del ex ministro de Economía, aunque ayer se preocupó en diferenciarse de quien ha caído en desgracia. Sostuvo que la crisis económica comenzó a agudizarse “a partir del segundo trimestre de 2001”, justo cuando Cavallo lo reemplazó al frente del Palacio de Hacienda. “Desde entonces se violaron sistemáticamente todas las reglas de la Convertibilidad”, acusó. Y dijo que entre aquel momento y diciembre pasado “hubo afirmaciones y gestos hipócritas que provocaron una colosal crisis de confianza”. “Se desplazó a las autoridades del Banco Central y se lo hizo con total desparpajo”, ejemplificó, saliendo en defensa de Pedro Pou.
De todos modos, López Murphy se retrotrajo bastante más para explicar las causas que provocaron la crisis actual. “Si no comprendemos que en la década del 90 hubo una gestión puramente populista vamos a errar el diagnóstico de lo que nos pasa”, aseguró, y justificó el calificativo de populista para Carlos Menem en que “aumentó el gasto público en más de un 150 por ciento”. Ese es el problema de raíz que encontró el economista de FIEL. Le pareció importante dejarlo claro porque “si perdemos la batalla cultural y se instala en la sociedad la idea que lo que fracasó es la economía de mercado, todo lo demás está perdido”.
López Murphy no postuló medidas concretas de política económica para superar la crisis. Sólo entregó algunas ideas generales. Por ejemplo, “establecer reglas como la ISO 9001 para la política, con parámetroscomparables a los que se aplican en el resto del mundo”. Y dar una respuesta rápida a los problemas sociales. “Se pueden utilizar las 700 cocinas móviles de las Fuerzas Armadas para alimentar a los sectores carenciados”, sugirió, recordando algunos secretos que aprendió en su paso por el Ministerio de Defensa.
Después de interpretar que la década del 90 fue populista y que Cavallo bombardeó la Convertibilidad, el aspirante a presidente descargó una furiosa batería contra Eduardo Duhalde. Les recomendó a los empresarios que “hagan lo contrario a lo que hace el Presidente y van a acertar siempre”. Afirmó que “si siguen las acciones lunáticas de la coalición populista nos esperan tiempos peores, de eso no tengo ninguna duda”. Y opinó que “todo lo que se hizo a partir de diciembre es exactamente lo opuesto a lo que había que hacer y supera todo lo imaginable”. “Se festejó la cesación de pagos, lo que no puede volver a ocurrir nunca más, ni ebrios ni dormidos”, indicó. Finalmente, conjeturó que el Gobierno “no toma medidas porque no sabe y porque no siente el grado de representación necesaria para enfrentar los problemas”.
En el cierre de la presentación reconoció su intención de llegar a la presidencia. Le preguntaron si trabajará en ese proyecto junto a su ex compañera de gabinete, Patricia Bullrich. “Hay una convergencia estratégica, pero ustedes que son empresarios saben el tiempo que se pierde en una fusión. Ahora tenemos que estar en la lucha, tenemos que ganar fuerza a todo lo que da, y cuando llegue el momento (de las elecciones) veremos”, contestó. Para concluir su exposición en el Hotel Marriot Plaza, reveló que “la utopía” por la que trabaja es alcanzar “una sociedad sin privilegios”. “Los invito a sumarse a ese proyecto. Es un momento de gran dolor para nuestra patria. Venga y vamos a ponerle el hombro a nuestro país”, invitó, lanzado en campaña.