James Wolfensohn, presidente del Banco Mundial durante una década, cargo desde el cual luchó por la reducción de la pobreza en el mundo hasta el punto que alguna vez soñó con recibir el Premio Nobel de la Paz en tributo a su magnífica obra, acaba de ser recompensado por tanto compromiso social con el puesto de asesor del directorio del Citigroup, el mayor grupo financiero mundial.
“Estoy encantado de dar la bienvenida a Jim en su retorno a Citigroup, donde tuvo en el pasado funciones dirigentes”, subrayó el presidente del Citi a nivel mundial, Charles Prince. “Su experiencia, sus conocimientos y su compromiso serán un gran valor para nuestra sociedad y nuestros clientes”, agregó. ¿Qué experiencia, qué compromiso de Jim puede ser beneficioso para los clientes del Citi?
Wolfensohn, de 71 años, un australiano nacionalizado estadounidense, es un típico caso de lo que en Estados Unidos se conoce como la “puerta giratoria”, ésa que se atraviesa sin escalas del Estado a la empresa privada en áreas vinculadas con sus funciones en organismos públicos, y viceversa. Después de todo, el Banco Mundial es una entidad pública, ya que a esa institución multilateral aportan la mayoría de los países con el objetivo de contribuir al desarrollo de las naciones más pobres y atrasadas del planeta. Por la misma puerta que ahora atraviesa Wolfensohn pasó no hace mucho Stanley Fisher, ex vicepresidente del FMI y actual número dos del Citigroup.
Quien alguna vez haya visitado las oficinas del Banco Mundial sobre la calle 19 en Washington le debe haber llamado la atención la enorme placa tallada en piedra a la entrada del edificio: “Luchamos por un mundo sin pobres”.
Es difícil justificar el regreso de Wolfensohn al Citibank si sigue el precepto que, en los papeles, guía la obra del Banco Mundial. Que se sepa, entre los clientes del Citibank no hay pobres, aunque tal vez “Jim” pueda fantasear con que muchos de las personas que él ayudó a salir de la pobreza en Africa hoy son adinerados clientes del Citi. Como sea, entre los verdaderos clientes del Citi sí hay grandes empresas beneficiadas con los créditos del Banco Mundial o inversores especulativos que lograron fugarse a tiempo de algún remoto país gracias al oportuno salvataje de los préstamos de Washington.