Durante febrero, los salarios replicaron la tendencia que ya venían mostrando en el último año. Hubo claros ganadores, los trabajadores registrados, mientras que volvieron a quedar rezagados los asalariados “en negro” y los empleados públicos. Los trabajadores “en blanco” tuvieron una mejora salarial promedio del 1,35 por ciento. En tanto, los informales mostraron un aumento del 0,82 por ciento y los agentes estatales ni siquiera pudieron obtener un mayor ingreso.

A diferencia de los funcionarios públicos, los trabajadores privados percibieron aumentos por encima de la inflación. En febrero, el índice de precios al consumidor se había incrementado el 0,4 por ciento.

Sin embargo, la situación varía cuando la comparación se realiza contra la evolución de la canasta básica. Para algunos economistas, esto es lo que corresponde por ser lo más realista. Consideran que la mayoría de los trabajadores tienen sus gastos más atados a la canasta básica que al IPC. En este último índice se incluyen consumos en bienes y servicios de los que están excluidos buena parte de los asalariados. En febrero, la canasta se había incrementado un 1,1 por ciento, por encima de la mejora salarial de los trabajadores informales y los agentes estatales.

Ayer, el Indec confirmó que la canasta siguió aumentando más que el IPC durante marzo. El mes pasado, la canasta básica alimentaria (CBA) para una familia tipo se encareció 1,8 por ciento y pasó a costar 400 pesos. En tanto, la canasta básica total (CBT) –que mide el umbral de la pobreza– aumentó 1,3 por ciento, hasta 860 pesos.

El escenario salarial se estuvo moviendo en las últimas jornadas. Hubo varios gremios que lograron aumentos importantes. Los camioneros, un 19 por ciento; los encargados de edificios, un 18,5 por ciento, y los bancarios, un 17 por ciento. Lo más probable es que otros sectores que vienen negociando tomen como referencia lo ocurrido esta semana y sellen las nuevas convenciones colectivas.

Estos cambios se reflejarán en los informes futuros del Indec, pero ya pueden sacarse algunas conclusiones. La más importante tiene que ver con la amplitud de la brecha entre los distintos grupos de trabajadores. Los que están encuadrados en la formalidad tienen buenas chances de sacarle ventaja a la inflación y de incrementar su poder adquisitivo. Si bien el numerito final de aumento salarial y el momento en que se logrará depende en gran medida de la fortaleza de cada gremio, lo más probable es que la tendencia se profundice en los próximos meses. En este contexto, el hecho de que los “no registrados” hayan obtenido u aumento superior que los “en blanco” durante el bimestre enero-febrero (4,9 a 2,8 por ciento) parece más una extorsión caprichosa en el comienzo del año que a un fenómeno con chances de continuar.

Lo sucedido a lo largo del año pasado puede ser una buena referencia para proyectar el 2006. Por entonces, los empleados formales sacaron ventaja a comienzos de año y los “no registrados” se acercaron a partir de setiembre. Si se toma lo sucedido entre febrero 2005 y febrero 2006, los “en blanco” mejoraron sus ingresos un 20,7 por ciento contra 17,6 por ciento de los informales. Otro dato a tener en cuenta es que es casi seguro que en el corto plazo haya un aumento en el sueldo mínimo, que ahora se encuentra en 630 pesos. Es probable que ese retoque traccione a los salarios “en negro”.

Muy atrás quedaron los empleados públicos. En esos mismos 12 meses apenas les aumentaron 7,1 por ciento y perdieron posiciones. Para tener una idea de la caída del salario real, de acuerdo con los últimos datos oficiales, entre marzo de 2005 y el mes pasado, la canasta básica alimentaria se encareció 12,9 por ciento y la canasta básica total, un 11,3 por ciento. En ambos casos, los incrementos superaron al IPC –que resultó del 11,1 por ciento–, lo que agrava aun más el escenario. Para el Gobierno, el último acuerdo por el precio de la carne ayudará a morigerar el impulso de la canasta básica. Y, por otro lado, apuesta a seguir incorporando trabajadores al sector formal de la economía.