ECONOMíA › CULMINO EL PARO AGROPECUARIO. DEBATE SOBRE LA POLITICA SECTORIAL
Después de cuatro días de cese de actividades por parte de los productores adheridos a CRA, con cierto impacto en Liniers y escaso impacto en el mercado de consumo, se abre una etapa de negociación.
› Por Fernando Krakowiak
El paro agropecuario convocado por Confederaciones Rurales Argentinas llegó anoche a su fin luego de cuatro días de protesta. Los principales dirigentes de la entidad aseguraron que la medida fue un “éxito” y que “el plan de lucha recién comienza”. En el Gobierno prefirieron no hacer declaraciones sobre el lockout empresario. Sin embargo, fuentes oficiales destacaron a Página/12 que la medida fue “inoportuna”, pues las ganancias que viene obteniendo el sector desde la devaluación y el lanzamiento del Plan Ganadero “no les da motivos para quejarse”. En ese sentido se expresó anoche la ministra de Economía, Felisa Miceli, al defender el tipo de cambio y criticar a los empresarios que sólo buscan ganar a través del alza de precios.
Durante la mañana de ayer ingresaron al Mercado de Liniers sólo 313 cabezas dejando prácticamente inactiva la plaza. Para Mario Llambías, presidente de CRA, la cifra fue una muestra de que, pese a las “presiones oficiales”, “cuando el campo está unido en reclamos justos el acatamiento es total”. Desde el Gobierno, en cambio, aseguraron que las presiones hacia los productores existieron del lado de los huelguistas. “El lunes se tramitaron en el Senasa Documentos de Tránsito Animal para casi 1000 cabezas, pero a Liniers sólo ingresaron 300. La caída fue producto del apriete”, aseguró una fuente oficial a Página/12.
Para los funcionarios, el campo se queja de lleno. Aseguran que desde la devaluación del peso las ganancias de los productores aumentaron, dato que coincide con estudios privados. Además, afirman que el Plan Ganadero anunciado el lunes por la noche otorga los incentivos suficientes para despejar el horizonte de producción futuro. Allí se prevé otorgar aportes monetarios directos no reintegrables por 176,3 millones de pesos anuales durante 4 años, fundamentalmente a pequeños y medianos productores, con la única condición de que elaboren un plan para aumentar la oferta forrajera y mejorar la sanidad y reproducción. Eso sin contabilizar los créditos a tasa subsidiada.
Sin embargo, la crítica de los dirigentes rurales apunta más a la intervención estatal que al recorte de ganancias o la falta de incentivos de largo plazo. Llambías lo dejó en claro ayer al asegurar que la relación con el gobierno nacional “es la más difícil desde la llegada de la democracia debido al intervencionismo marcado que tiene en las políticas del sector agropecuario”. En la misma sintonía se manifestó Manuel Cabanellas, presidente de Carsfe e integrante de CRA, al afirmar que “si hay que ayudar a sectores de menores recursos lo haremos, pero teniendo la libertad de producir en la Argentina a un precio internacional y poder exportar y atender el consumo interno”. Los productores más conservadores no le perdonan al gobierno de Kirchner la fijación de precios de referencia para el mercado interno, el mantenimiento de las retenciones y el cierre parcial de las exportaciones.
En el Gobierno aseguran además que la dureza de algunos discursos dirigenciales se debe a que los ruralistas piensan más en sus disputas internas que en la realidad del sector al momento de expresarse públicamente. En el caso de CRA esas diferencias quedaron expuestas cuando se evaluó la posibilidad de extender el paro más allá del martes. Mario Llambías, presidente de la Confederación, se manifestó a favor de que la huelga terminara anoche. Sin embargo, su vice Néstor Roulet fue uno de los que el domingo agitó la posibilidad de una extensión y ayer aseguró que “el plan de lucha recién comienza”. Una situación similar se vivió en la Sociedad Rural cuando la semana pasada se discutió la adhesión al paro. Luciano Miguens, presidente, propuso no adherir, pero Hugo Biolcatti, su vice, salió a reclamar la adhesión a la medida de fuerza. El resultado fue un híbrido que los propios protagonistas tradujeron como “no adherimos, pero apoyamos”. En el Gobierno apuestan a que, más allá de las declaraciones altisonantes, a partir de ahora el conflicto se dirima a través de la negociación y no con medidas de fuerza. El silencio del presidente Kirchner durante el paro fue interpretado por funcionarios y ruralistas como una señal en ese sentido. Otra señal se vio ayer en la Exposición Rural de Palermo. Allí concurrieron el secretario de Agricultura, Miguel Campos; el subsecretario de Coordinación Económica, Fernando Nebbia, y el titular de la Oncca, Marcelo Rossi, quienes se encontraron con los dirigentes Miguens y Biolcatti. Campos no dialogaba con Miguens desde comienzos de año.
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