Las manifestaciones que realizó la Federación Agraria el lunes en Santa Fe y ayer en el Chaco intentaron dejar en evidencia las diferencias entre los pequeños productores dedicados a los cultivos industriales y los grandes terratenientes de la pampa húmeda que exportan carne y cereales. Los viejos tractores Fiat 700 y Massey Ferguson 1175 que se vieron en la plaza principal de la localidad de Sáenz Peña, unos 160 kilómetros al norte de Resistencia, y que habitualmente se utilizan para cosechar el algodón resultaron el mejor ejemplo de ese abismo si se los compara con los modelos presentados en la Exposición de la Sociedad Rural que culminó ayer. Sin embargo, en la Secretaría de Agricultura cuestionan lo que consideran una visión estereotipada del pequeño productor. “Es una generalización equivocada, porque hay regiones donde la situación de los pequeños agricultores es buena”, señaló a Página/12 Horacio Colombet, coordinador de la Unidad de Financiamiento Agropecuario (Finagro), quien también cuestionó los pedidos de refinanciación de las deudas bancarias.

Los datos de Finagro muestran que entre 2000 y 2003 la deuda de los productores primarios con el sistema bancario en su conjunto cayó de 6496 a 2987 millones de pesos debido a las cancelaciones que realizaron los que vieron multiplicar su ingreso con la devaluación. Luego la deuda del sector comenzó a crecer nuevamente hasta llegar a 6555 millones en el primer trimestre de este año, pero la realidad es diferente porque ahora se financia la expansión en un contexto de alta rentabilidad. El mejor ejemplo del buen momento que atraviesa el sector se expresa en el bajo nivel de morosidad. En el 2000 la cartera morosa equivalía al 29,2 por ciento, en el 2002 se elevó al 53,7 debido a la crisis, mientras que en el primer trimestre de este año se redujo a apenas el 6,7 por ciento del total.

En Agricultura coinciden con Federación Agraria al sostener que la gran mayoría de quienes cancelaron sus deudas fueron los grandes productores que exportan soja y carne, pues la combinación entre la suba del precio internacional de esos productos y la ventaja que generó la devaluación resultó fundamental. Sin embargo, aseguran que los pequeños empresarios dedicados, por ejemplo, a la yerba mate, a la producción de uva y a la lana también mejoraron su situación. Además, niegan que los morosos no puedan cancelar sus deudas por las condiciones que fija la banca pública para la refinanciación.

Colombet aseguró a Página/12 que la tasa de cartera del Banco Nación es 18,85 por ciento, el banco descuenta un 30 por ciento al que abona en término bajándola a 13,2 y la secretaría subsidia 3 puntos. Por lo tanto, la tasa neta es de poco más de 10 puntos. A eso se le suma el costo de administración, del 2 por ciento. “Si tomamos en cuenta que la inflación proyectada es 11 por ciento anual, estamos hablando de una tasa casi negativa, mientras que durante la convertibilidad la tasa era del 15 por ciento y la inflación de 1. Si no pagan no es por la tasa sino por la relación entre la deuda y el capital productivo”, aseguró.

El funcionario también cuestiona que las condiciones para ingresar a la refinanciación sean adversas, tal como señala Federación Agraria. “Se pide el 10 por ciento de la deuda por adelantado, pero se permite pagarlo en 2 o 3 pagos e incluso con la primera cosecha. Además, se sacaron los punitorios, pero si no se paga desde hace diez años la deuda va a seguir siendo grande”, aseguró. El gobierno destaca también que el Plan Ganadero lanzado recientemente otorga mayores incentivos y subsidios a los propietarios que tienen menor cantidad de cabezas de ganado. Sin embargo, los pequeños y medianos productores reclaman un “nuevo modelo agropecuario” mientras se manifiestan arriba de sus viejos tractores Fiat 700 de más de 30 años de antigüedad.