El ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil, Luiz Fernando Furlán, participará en la reunión de la comisión bilateral que analiza el comercio entre Brasil y Argentina.
› Por Fernando Krakowiak
La posición común defendida en la Asamblea Anual del FMI, el rechazo al ALCA en la reunión de Mar del Plata ante el presidente de Estados Unidos, George Bush, y el proyecto para eliminar el dólar como moneda de intercambio comercial bilateral evidencian el alto nivel de coincidencia que están teniendo Argentina y Brasil en los últimos tiempos. Sin embargo, los desequilibrios comerciales existentes en algunos sectores han mantenido abierto un intenso frente de conflicto entre ambos países. El ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil, Luiz Fernando Furlán, que esta semana visita el país, fue uno de los responsables de avivar ese enfrentamiento al oponerse a todos los intentos de Argentina tendientes a regular el comercio. Fue el funcionario que más criticó el Mecanismo de Adaptación Competitiva acordado en febrero, resistió los acuerdos sectoriales entre privados de ambos países para limitar importaciones y en varias oportunidades se manifestó directamente a favor de establecer relaciones comerciales directas con las principales potencias, al margen del Mercosur. Ahora afirma que vino a “identificar oportunidades de negocios”, pero mañana también participará de la reunión de la Comisión Bilateral de Monitoreo que tiene previsto analizar la situación de algunos sectores sensibles como línea blanca y calzado.
Furlán mantendrá encuentros con la ministra de Economía, Felisa Miceli, y con el de Planificación, Julio De Vido. Además, el funcionario tiene agendados encuentros con la cúpula de la Unión Industrial Argentina y con directivos de empresas automotrices. La relación con la UIA nunca fue cordial y llegó a su máximo punto de tensión a comienzos de 2005 cuando Furlán declaró que no tenía por qué “pagar la cuenta de grupos empresariales que no invierten, no se modernizan y bloquean todo”. Héctor Méndez, titular de la entidad, intentó desacreditarlo calificándolo como “criador de gallinas”, pues Furlán es propietario de la empresa productora de pollos y fiambres Sadia.
Sus reuniones con el área que comanda De Vido incluyen el análisis de oportunidades de inversión junto a los secretarios de Energía, Obras Públicas y Transporte. Mientras que con el equipo de Miceli analizará la relación comercial. Para ello tiene previsto participar de la Comisión Bilateral de Monitoreo.
Línea blanca es uno de los temas más conflictivos previstos en la agenda. La reactivación económica impulsó la venta de heladeras, cocinas y lavarropas, pero, a diferencia de los ’90, el crecimiento se produjo en un mercado con mayor participación de la producción local debido al freno que sufrieron las importaciones brasileñas a partir de la modificación de los precios relativos y el establecimiento de restricciones comerciales. Una de esas restricciones fueron los acuerdos firmados entre empresas privadas de ambos países que obligaron a los brasileños a “autolimitar” sus exportaciones.
En el caso de heladeras y cocinas los pactos vencieron el 31 de enero y en lavarropas el 31 de marzo. Entonces se comenzó a negociar su renovación, pero del lado brasileño se niegan a firmar argumentando que los acuerdos habían sido sólo una “contribución transitoria para ayudar a la industria argentina durante la crisis”. Así lo expresó a mediados de agosto Ivan Ramalho, secretario ejecutivo del ministerio que conduce Furlán. En el Gobierno argentino sostienen, en cambio, que las restricciones son para compensar los desequilibrios generados por los subsidios que Brasil otorga a su industria, los cuales violan las reglas fundacionales del Mercosur.
Los acuerdos no están vigentes, pero llamativamente en lo que va del año las importaciones de línea blanca están por debajo del cupo de 2005. Según cifras oficiales, entre enero y septiembre ingresaron 224.200 heladeras y 124.000 lavarropas. Mientras que en el mismo período del año anterior se habían importado 237.000 y 142.000 unidades, respectivamente. En el caso de las cocinas, ingresaron 75.000 unidades en ambos períodos, pero esa igualdad evidencia una caída en términos relativos debido al crecimiento del PIB. Fuentes del Gobierno destacaron a Página/12 que la baja de las importaciones brasileñas es producto de la mayor competitividad de las empresas argentinas y de la sobrevaluación del real. Sin embargo, en Brasil afirman que Argentina sigue restringiendo las importaciones de hecho. A fines de septiembre, los privados de ambos países se reunieron en la Secretaría de Industria sin resultado. La negociación de mañana también involucrará a los gobiernos para intentar avanzar hacia un acuerdo.
Otro tema que estará en la agenda es el freno a las exportaciones de premezclas de harina. En agosto, Brasil impuso barreras paraarancelarias argumentando que la diferencia en las retenciones aplicadas a la harina y las premezclas en Argentina (20 y 5 por ciento respectivamente) habían llevado a los empresarios a agregarle sal a la harina para exportarla como premezclas pagando menos impuestos. Para frenar esa maniobra, que supuestamente les permitía a los argentinos ganarles mercado a los brasileños, se comenzó a retener los contenedores para extraerles muestras y analizarlas. Para descomprimir esta situación, el viernes pasado la ministra de Economía, Felisa Miceli, unificó las retenciones de ambos productos en 10 por ciento. Sin embargo, todavía resta negociar la liberación de las 30.000 toneladas de harina que permanecen incautadas en el puerto brasileño de Santos.
La Comisión de Monitoreo también analizará las trabas existentes en Brasil para el registro de los agroquímicos argentinos, lo que en los hechos opera como otra barrera paraarancelaria, y la situación del sector del calzado. En este último caso, los privados llegaron a un acuerdo a mitad de año para renovar por un año más el cupo existente para la importación brasileña. Se mantuvo la restricción de los 13,5 millones de pares más un ajuste que toma en cuenta la variación del producto durante el último año. Sin embargo, aún resta definir la distribución del cupo de importación a lo largo del período.
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