–Señor, ¿usted hizo la escuela primaria? Tiene que multiplicar el valor actual por 0,9. ¿Me entendió? Los precios deben ajustarse un 10 por ciento para atriqui (sic). Tienen 24 horas. Esto es una orden.
La aseveración corresponde a Guillermo Moreno y fue pronunciada durante una reunión que el polémico secretario de Comercio Interior mantuvo con los dueños y representantes de las principales marcas de indumentaria. En las últimas horas, llevó al máximo la presión sobre el sector textil, con el objetivo de que la ropa baje un 10 por ciento antes del Día de la Madre. Una medida que era resistida por la gran mayoría de los empresarios, pero, ante la embestida de Moreno, alrededor de un centenar de comercios decidió ayer mismo retrotraer sus precios.
Entre las marcas que abarataron las prendas figuran: C&A, Cheeky, Christian Dior, Lacoste, Macowens, Mimo, New Man, Levis, Wrangler, Yagmour, Vitamina y la tienda Falabella.
La ofensiva contra las grandes marcas se produjo a pocas horas de hacer lo propio con los industriales textiles. La ropa fue lo que más aumentó el mes pasado y el Gobierno cree que hubo remarcaciones injustificadas. Los propios fabricantes admiten que la indumentaria está cara, que hubo abusos de parte de los comercios y que hay valores “disparatados”, tal como aseveró Aldo Karagozian, representante de los fabricantes.
Moreno organizó dos encuentros con los comerciantes. Uno que se desarrolló en el Hotel Intercontinental y otro en el shopping Unicenter, donde tienen locales las grandes marcas de indumentaria.
La exposición inicial de Moreno duró menos de tres minutos:
–Como ustedes saben, el índice de inflación de septiembre se disparó y ustedes fueron responsables. Así que, señores, quiero un 10 por ciento para atriqui. En 24 horas quiero las respuestas. Por sí, por no o la abstención. Si se abstienen eso significa un no.
Los empresarios quedaron absortos. Sospechaban las pretensiones del secretario de Comercio, pero se sorprendieron con la forma en que el funcionario los encaró. El dueño de una de las principales marcas le preguntó: “¿Qué hago si mi proveedor me aumentó? No tengo margen para bajar los precios”.
–Si su proveedor le aumentó, usted ya tuvo tiempo para denunciarlo a mi secretaría. Lamento decirle que ahora ya no queda tiempo –le contestó Moreno. Hubo murmullos en el salón. Otro empresario acercó su inquietud.
–En mi caso no aumenté en todo el año. ¿Cómo voy a bajar algo que no subí?
El secretario lo reprendió con la frase del comienzo, preguntándole si había hecho la primaria. Y agregó: “Los precios, un 10 por ciento para atriqui. El tiempo del diálogo se terminó. A ver si me entienden, hay que bajar los precios. No hay alternativas”.
–Discúlpeme, pero en nuestro caso no tenemos margen...
–¿Usted me entiende, no? Esto es una orden. Puede acatar o no.
–¿Y cuáles serían las consecuencias por negarse? –quiso saber otro ejecutivo.
–Antes que nada identifíquese (el empresario lo hace). Las consecuencias... (Moreno se pone de pie y levanta su dedo índice). Las consecuencias serán mucho peores que ese 10 por ciento que debería bajar.
Cerca del final, un último comerciante acercó un dato: “La tela brasileña está llegando más cara”. Moreno lo cortó en plena argumentación: “Mire –le dijo–. Esto no es un debate. No vinimos a reunirnos para charlar. Este Gobierno tiene los votos y la legitimidad para hacer cumplir su política económica”. Fue lo último antes de salir de la sala. Las rebajas ayer se hicieron realidad.
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