Inversiones, el conflicto con Uruguay, contratos de privatizadas, el Mercosur, televisión digital y la cuestión energética estuvieron en el temario de la canciller europea en la visita al país.
› Por Cledis Candelaresi
A juicio de la canciller europea, tanto el conflicto con Uruguay por la radicación de las papeleras como la indefinición sobre los contratos de las privatizadas son “procesos que siguen con atención los inversores” del Viejo Continente a la hora de decidir nuevos desembolsos en la Argentina. La austríaca Benita Ferrero Waldner visitó Buenos Aires ayer, en el mismo momento en que negociadores de la Unión Europea y el Mercosur intentaban en Rio de Janeiro retomar las negociaciones con miras a un acuerdo comercial, paralizadas desde hace dos años. Tanto Jorge Taiana como la comisaria visitante coincidieron en que existe voluntad política de arrimar posiciones y, antes del diálogo con Página/12, aquella funcionaria sugirió los motivos: el bloque europeo es el principal importador de bienes argentinos y el segundo proveedor, tras Brasil. La incorporación de Venezuela, que bajo el gobierno de Hugo Chávez podría resultar perturbadora, es bien vista.
–En el presunto caso de que no hubiera acuerdo con Uruguay por la localización de las papeleras, ¿cree que eso desalentaría inversiones europeas en la región?
–Todas las empresas europeas siguen esta cuestión con mucha atención. Lo más importante es encontrar una solución. Yo me alegro mucho de que el rey de España, Juan Carlos, haya aceptado una facilitación y espero que la solución sirva para toda la región. Las empresas (la finlandesa Botnia y la española Ence) cumplirán con la ampliación de las normas europeas que son muy estrictas, porque para nosotros el medio ambiente es una prioridad. Un clima más transparente y previsible en la región favorece las inversiones.
–Hay indefinición respecto de los contratos de muchas empresas de servicios públicos en las que firmas europeas realizaron inversiones. Esa demora de nuevos acuerdos que, entre otras cosas, permiten aplicar ajustes en las tarifas, ¿sí desalienta inversiones?
–Todas las empresas, sean de servicios públicos o no, siguen ese proceso y quieren una solución. Obviamente tendrán paciencia pero por un tiempo. Realmente no será fácil para ellas esa espera.
–¿La incorporación de Venezuela al Mercosur puede facilitar o entorpecer la discusión con la Unión Europea con miras a cerrar un acuerdo de libre comercio?
–Nosotros lo vemos desde esta perspectiva: la Unión Europea se ha ampliado muchísimo y cada vez que hubo una nueva incorporación, se generan dudas y preocupaciones. Pero finalmente, la suma de socios resultó en un éxito enorme desde todo punto de vista, económico y político. Nosotros creemos que la incorporación de Venezuela puede ser beneficiosa para el Mercosur, aunque son los actores del bloque los que deben juzgar eso.
Por ahora, el afán europeo se centra en retomar las negociaciones comerciales, trabadas en un punto aparentemente insoluble desde que los productores agrícolas se pusieron firmes en no otorgar concesiones sin tener alguna prerrogativa concreta a cambio. El bloque local insiste con reclamar un mejor acceso al mercado del Primer Mundo para los productos agrícolas, en los que el Mercosur es más competitivo. Europa defiende el criterio de que se le debe facilitar la venta de bienes con alto valor agregado y servicios, punto este último al que es especialmente renuente Brasil, ya que tiene una protección mucho más férrea que la Argentina, pionera regional en desregulación.
A esos intereses históricos se les fueron sumando otros nuevos. En su reunión con Néstor Kirchner, Ferrero Waldner planteó la ventaja de que Argentina adopte la norma europea de televisión digital en lugar de la japonesa o norteamericana, que desviarían la compra de tecnología y equipos hacia esos lugares. “Es mucho más barata y, finalmente, constituirá una herramienta de inclusión social. Al compartir tecnología, Argentina tendría más posibilidades de crecimiento económico”, sostuvo la comisaria, minimizando el aspecto puramente comercial de la opción técnica.
El problema, en rigor, es que, motorizado por las inversiones europeas en su territorio, Brasil ya adoptó la norma nipona, al igual que hizo Chile. Fue una resolución unilateral que desairó la idea argentina de elegir una misma tecnología para todo el Mercosur. De ser esto posible, hay indicios de que Argentina se hubiera inclinado por la pauta de Europa, con la que, efectivamente, tiene lazos más sólidos en varios sentidos.
La comisaria también habría conversado con el Presidente acerca de cuestiones referidas a la “seguridad y diversificación de la energía”, aunque no precisó de qué se trató tal propuesta, totalmente fuera de agenda. Según fuentes próximas a la funcionaria, quizás haya sugerido algún camino para que Argentina evite la dependencia externa en materia de hidrocarburos y así evite sufrir lo que Europa occidental este invierno, en el que fue víctima de la escasez del gas ruso.
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