Después del fracaso en el manejo del Correo y de ser un empresario emblemático de los ’90, Franco regresa a la industria automotriz.
› Por Cledis Candelaresi
Después de la controvertida experiencia en Sevel, Franco Macri vuelve a la industria automotriz asociado a la china Chery y con un auto de precio competitivo, pero no tan “económico” como imaginó hace un par de años. En mayo próximo estará lista la primera línea de producción de la Tiggo, una 4x4 bien equipada que podría comprarse por el equivalente a 24 mil dólares. En el segundo semestre llegaría el S12, un auto entre chico y mediano full, con diseño italiano, del que podrían gozar los brasileños y argentinos que paguen 9 mil dólares. O, en su defecto, el pequeño y colorido QQ. Pero la planta productora no estará en el país de los unos ni de los otros, sino en la tierra de Tabaré Vázquez.
En el desarrollo del proyecto tienen una participación activa dos ítalo–argentinos como Carlo Cappelli y Fernando María Valle, este último de papel protagónico en la anterior incursión macrista en el territorio automotriz. Son algunos de los corresponsables de elegir reactivar una planta que Sevel tenía en Uruguay para empezar la aventura junto a la mayor automotriz china de capitales íntegramente estatales, en detrimento de otras opciones que hubieran resultado más onerosas.
Esa puesta en marcha desde el otro lado del Río de la Plata no sólo resulta económicamente más ventajosa para un inicio cauto, sino que implica para Chery Mercosur no estar sujeta a las pautas del complicado convenio bilateral automotriz que renuevan periódicamente Brasil y Argentina: en estos países habrá “subsidiarias” de aquélla, fórmula en la que se englobaría una proyectada planta de autopartes en Berazategui.
En 1997, justo cuando Macri abandonaba la producción bajo las marcas de Peugeot y Fiat, la germinal Chery Automobile CO se hacía del terreno en la ciudad de Wuhu para levantar la primera planta, que entró en funcionamiento en el 2001. Hoy produce 400 mil coches al año, que en parte exporta a 53 países. También fabrica motores, como los que provee a Fiat y ahora, animada por Macri, decidió incursionar en el mercado sudamericano a través del enclave rioplatense. Lo hace confiada en la palabra del industrial argentino, quien después de años de cultivar amistad con los chinos hace poco fue designado como consejero señor de Pekín para las inversiones en Latinoamérica.
La idea es vender desde la planta uruguaya a Brasil y a la Argentina, en un mix de 60 y 40 por ciento, aproximadamente. La ensambladora utilizará una fórmula de idénticas proporciones para abastecerse de partes: al menos en un inicio, más de la mitad será importada de China y el resto del Mercosur, sin que se haya especificado hasta ahora de cuál país. Para alguno de los involucrados en la propuesta macrista esta precisión podría ser un dato menor habida cuenta de que muchos autopartistas argentinos están asociados con o son de capitales brasileños. Desde esta perspectiva, la puja entre productores de uno y otro lado tendría poco sentido.
El lanzamiento formal del emprendimiento tuvo lugar el miércoles por la noche durante una cena en el restaurante Clo Clo. Pero a pesar de los preparativos que supone el evento y de que la idea original del empresario argentino de producir un auto barato junto a los chinos se trabajó desde hace un par de años, la iniciativa tiene aún algunos puntos indefinidos. Se habla de un desembolso de 100 millones de dólares. Pero para algunos eso es poco para montar una planta grande desde cero, pero mucho más de lo que se necesitaría para activar la uruguaya.
Si la realidad acompaña la ambición y se llega a la producción de 100 mil unidades al año, entonces Chery Mercosur abriría una segunda planta con mayor capacidad. Aún no está claro cuál sería el emplazamiento de esa nueva fábrica, pero si se recuerdan las quejas que Macri formulaba a fines de los ’90 sobre las desventajas de producir en la Argentina versus las facilidades de hacerlo en Brasil, no podría descartarse que el emprendimiento mayor finalmente se concrete en el territorio de Lula.
Tampoco hay consenso cerrado en relación con cuál será el segundo modelo, adicional a la Tiggo: el máximo responsable formal del proyecto asegura que el S12, que se lanzaría simultáneamente aquí y en China. Pero otras fuentes de la empresa apuestan por el más modesto QQ, para no correr los riesgos de salir con un producto no probado en origen.
En cualquier caso, el retorno de Macri se hace en un momento de plena recuperación de la industria automotriz local, con una producción anual superando las 400 mil unidades. Aun así, lejos de las 900 mil que se proyectaban a inicios de los años ’70, época de oro para el sector.
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