ECONOMíA › UNA GRIETA EN LA BUROCRACIA DE LOS ECONOMISTAS DE WASHINGTON
Una auditoría externa encargada por el Banco Mundial asegura que los trabajos de investigación de los economistas del organismo “ignoran evidencias y análisis críticos” y son utilizados para “presionar en favor de sus políticas”. El rol del Banco en los ’90.
El Banco Mundial utiliza “trabajos de investigación que dan por válidas dudosas evidencias” e “ignora los análisis críticos” para “presionar en favor de sus políticas”. Esa es la conclusión de un grupo de economistas que realizó una auditoría externa de los investigaciones elaboradas por los técnicos del Banco Mundial. Lo curioso es que la auditoría fue encargada por el propio organismo, presidido por el ex secretario de Defensa de Bush, Paul Wolfowitz. Y lo increíble es que ahora podría ser utilizada por la burocracia de Washington para justificar la necesidad de destinar mayores recursos para financiar nuevos “papers” de investigación.
Desde los informes del Banco Mundial se promovieron las políticas neoliberales aplicadas en la Argentina y buena parte de la región en los años noventa: la reforma del sistema previsional y la creación de las AFJP, la flexibilización laboral, la privatización de empresas públicas, la apertura comercial y la desregulación financiera, entre otras. Luego esas “ideas” fueron incluidas dentro de las famosas “condicionalidades” exigidas en los programas del Fondo Montario y del propio Banco Mundial a la hora de ofrecer líneas de préstamos.
El Banco Mundial dedica anualmente cerca de 50 millones de dólares a solventar informes y documentos de investigación de sus economistas y de consultores externos. Es el equivalente al 2,5 por ciento de sus gastos administrativos, que se elevan a 2000 millones de dólares. Esa burocracia es financiada por todos los países miembros, aunque los países del G-7 (los siete países más industrializados), principales accionistas de la entidad, aportan la mayor parte.
“Los auditores critican sustancialmente la manera en que se usa la investigación para abogar en favor de las posiciones del Banco, frecuentemente sin adoptar una visión equilibrada de los hechos y sin expresar un apropiado escepticismo”, destaca el informe de los evaluadores externos. “Las investigaciones internas que son favorables a las posiciones del Banco obtienen una gran relevancia, mientras que los análisis críticos son ignorados”, agrega.
Los resultados de la evaluación fueron publicados sigilosamente el martes en la página web del Banco, pero empezaron a trascender a partir de que medios como el Financial Times se hicieran eco de las conclusiones.
El panel de cuatro auditores se concentró en los trabajos de investigación realizados por el Banco entre 1998 y 2005. Los analistas seleccionaron una larga muestra de trabajos al azar, que luego fueron leídos por un equipo de 25 evaluadores. La auditoría estuvo dirigida por Kenneth Rogoff, profesor de la Universidad de Harvard y ex economista jefe del FMI. Y formó parte del mismo equipo la argentina Nora Lustig, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El informe sostiene que los profesionales del Banco, o los consultores contratados, escribieron documentos de gran repercusión en temas como la globalización, la eficacia de la ayuda a los países subdesarrollados, su impacto sobre el crecimiento y la pobreza. “En muchas formas han sido líderes en esos temas”, dice la evaluación. Y aclara que el Banco utilizó a menudo estos trabajos de investigación sobre la globalización, sin adoptar una postura objetiva frente a las evidencias y descartando aquellos puntos que no le resultaban favorables.
En realidad, el grupo de auditores contratado por el Banco es tan ortodoxo como los burócratas que conforman el elenco estable de la entidad. Por ejemplo, Rogoff, desde el FMI, insistió en los últimos años con que Argentina debía seguir las recetas del organismo para salir de la crisis. Pero igualmente, el hecho de que la auditoría cuestione la seriedad de los documentos escritos en los últimos años abre una grieta dentro de la burocracia de Washington. Más aún, el propio Banco empezó en los últimos años a hacer una revisión crítica de algunos de las políticas que promovió con entusiasmo en los noventa. Por ejemplo, como publicó Página/12, admitió recientemente que la creación de las AFJP en Argentina y Chile no habían dado los resultados esperados.
François Bourguignon, vicepresidente y economista-jefe del BM, quien encargó la auditoría, salió a responder las críticas. Dijo que la evaluación era “profunda y precisa”, pero remarcó que el 61 por ciento de los trabajos examinados por los auditores fue considerado “por encima del promedio o de calidad superior”. Además, se quejó de “la actual atmósfera de presupuestos que se contraen”. Situación que padecen tanto el FMI como el Banco a partir de que países como Brasil y Argentina empezaron a cancelar por completo sus deudas. Así, adelantó que la auditoría servirá para reclamar que se destinen más recursos a los trabajos de investigación, de modo tal de mejorar su calidad.
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