Los gobiernos de Argentina y España finalmente formalizaron ayer un acuerdo para cancelar en seis años la deuda por 982 millones de dólares a favor del país europeo que fue contraída por el gobierno de la Alianza con motivo del blindaje financiero del 2001. Queda así pendiente un eventual arreglo con el Club de París, núcleo que integran otras naciones del Viejo Continente junto a Estados Unidos y Japón y al que la administración de Néstor Kirchner le acercó una propuesta que aún no ha sido aceptada.

Según un comunicado difundido ayer por el Ministerio de Economía, las condiciones para pagar las obligaciones a favor de España son las necesarias “para el cumplimiento de los programas financiero y presupuestario, acordes con las necesidades de crecimiento del país”. Básicamente porque prevé una amortización creciente del capital, que aliviana los pagos de los primeros tiempos. La tasa de interés será la Libo (ayer, 5,4 por ciento anual) más 140 puntos básicos.

El crédito otorgado por el país ibérico fue resultado de una convocatoria que hizo el FMI a principios del 2001, después de otorgar un importante apoyo financiero a la Argentina, que estaba en vísperas de la última gran crisis. La cartera de Felisa Miceli recuerda que España “fue el único país que respondió a esa llamada”, lo cual le conferiría al préstamo una “naturaleza diferente” a la de una deuda bilateral tradicional.

Aquel documento oficial también aclara que “los términos del acuerdo son independientes de los que puedan alcanzarse en negociaciones en foros internacionales”, acentuando la excepcionalidad que tendría este pacto formalizado ayer, pero que comenzó a gestarse en la última cumbre iberoamericana que se celebró en Montevideo, donde los presidentes de ambos países conversaron el tema.

El acuerdo de algún modo se plantea como un gesto de buena voluntad hacia la administración de José Luis Rodríguez Zapatero que, a su vez, resistió las presiones de sus socios del Club de París para no celebrar ningún trato en forma independiente. Argentina debe a ese conglomerado de naciones más de 6700 millones de dólares, que aspira a cancelar a diez años de plazo y a una tasa similar a la propuesta a los españoles. Pero la oferta argentina aún no fue respondida y es motivo de una negociación en curso.

El vínculo preferencial de Argentina y España también se expresa en los compromisos de inversión en este territorio que anunciaron varios inversores ibéricos, incluidos los que son accionistas de empresas privatizadas con las que la administración kirchnerista tiene abiertas renegociaciones contractuales. Otro gesto amistoso de parte de las firmas hispanas –y que el gobierno local enfatizó públicamente– fue la suspensión de los reclamos indemnizatorios ante el Ciadi por los perjuicios que les ocasionó la devaluación.

El flamante compromiso asumido por Buenos Aires para honrar en un plazo y condiciones ciertas los compromisos defaulteados es un paso más en la regularización financiera poscesación de pagos, que se suma a la renegociación con los bonistas y al pago total de la deuda de 9800 millones de dólares con el FMI, que Argentina canceló de una vez en enero del año pasado, como un recurso político para ganar independencia respecto del organismo multilateral.

Sin embargo, aún quedan varios capítulos abiertos para reencaminar de modo definitivo la situación de endeudamiento. Si a lo que se debe al Club de París se suman las obligaciones impagas a favor de los holdouts (los bonistas que no entraron en el canje) y las demandas planteadas ante el Ciadi por los inversores extranjeros, Argentina aún tiene obligaciones no renegociadas por más de 40 mil millones de dólares.