Vie 13.04.2007

ECONOMíA

Parada de carro para el Fondo, que sigue abrazado a las mismas ideas

Kirchner desde Argentina y Felisa Miceli cara a cara le reclamaron al director gerente del FMI que cese de criticar a la Argentina e insistir con la misma receta. Con Wolfowicz, el clima fue mejor.

No fue un buen día en la relación entre Argentina y el Fondo Monetario, aunque el director gerente de dicha institución pareciera no haberlo notado. A 48 horas del inicio de la Asamblea de Primavera del FMI y el Banco Mundial, Rato desplegó ayer su conocida filípica acerca de las reformas estructurales pendientes en Latinoamérica, pero se detuvo en Argentina para sugerir que subir las tasas es más recomendable que aplicar controles de precios para reprimir la inflación. Desde Arrecifes le respondió Néstor Kirchner. En Washington, casi al mismo tiempo, Felisa Miceli le repetía cara a cara el rechazo visceral que siente el gobierno argentino por las recetas del Fondo. Rato no cambió su mirada sonriente y despidió a la ministra con un afectuoso saludo. “Es como si fueran autistas: te tiran una provocación que saben que va a provocar una reacción, pero terminan saludándote con la misma cara de buenos amigos”, comentó una fuente cercana a Miceli que comparte el viaje.

Al presentar el informe titulado Panorama Económico Mundial en conferencia de prensa, Rato refirió que América latina necesita reformas estructurales que le permitan integrarse más a la economía mundial y la hagan más atractiva para la inversión extranjera. Casi un calco de lo que repite cada año, desde que ocupa el cargo de director gerente, y antes recitaban sus predecesores. Pero luego de destacar los progresos de la región en materia de crecimiento económico, el perfil de deuda y disminución de la inflación, prendió dos luces de alarma: una, sobre la escalada de precios que se observa en Venezuela; otra, sobre los mecanismos que utiliza Argentina para frenar la presión inflacionaria.

En el caso de Argentina, mencionó que “las medidas administrativas (acuerdos de precios) son una solución de corto plazo para las presiones inflacionarias; la política monetaria debería ocupar un lugar más importante”. Presentó como un signo de advertencia que se verifique “un incremento de la inflación y un incremento en el gasto público, que está reduciendo el equilibrio fiscal”. Y también respondió una consulta periodística acerca de las denuncias sobre manipulación de los índices de precios en Argentina.

“La confianza es un elemento clave de la economía moderna”, señaló el títular del FMI, avalando elípticamente las críticas. “Todo país requiere tener la mejor y más transparente información económica, y no ayudará a la confianza el no respetar este tipo de cuestiones, y esto es cierto para todos”, dijo, tratando de diluir la alusión a Argentina.

“Le voy a contestar al señor director del FMI”, le disparó desde Arrecifes el presidente Néstor Kirchner, apenas unas horas después de que se conocieran las declaraciones del titular del Fondo por estas tierras. “Ya vimos cómo nos fue cuando nos indicaba lo que teníamos que hacer”, recordó el Jefe de Estado, y le envió un mensaje personalizado: “Señor Rodrigo Rato, con todo respeto, dedíquese a hablar de otros, porque nosotros no nos acordamos más de usted”.

Luego se ocupó de señalarle a Rato que “deje de criticarnos, porque los argentinos, con nuestras propias ideas, estamos saliendo”. Dijo estar seguro de que “no va a haber gobierno (en el futuro) que les vaya a pedir instrucciones al Fondo, ni más plata”. Y recordó “lo que nos tocó vivir con las recomendaciones del FMI: sabemos del hambre, las presiones que sufrimos, la cantidad de desocupados, el quiebre que vivió el país y el gran endeudamiento que tuvo”. “Ya no nos puede indicar lo que tenemos que hacer”, insistió, para enfatizar de inmediato que “ya vimos lo que pasa cuando nos indicaron qué era lo que teníamos que hacer, ya vimos cómo nos fue”.

Casi a la misma hora que Kirchner hablaba en el acto público de Arrecifes, distribuyendo subsidios e inaugurando un plan de viviendas, Felisa Miceli era recibida por Rato. La ministra ya estaba informada de las declaraciones previas del director gerente en la conferencia de prensa, aunque desconocía la reacción de Kirchner. De cualquier modo, utilizó términos igualmente tajantes y duros con el funcionario. Rechazó las sugerencias de Rato para desacelerar la economía. Le recordó el proceso recesivo del que viene la Argentina y la necesidad que existe de consolidar el actual ritmo de crecimiento. Subrayó que, en el pasado no tan lejano, la aplicación de esas mismas recetas habían derivado en el desbarranque que en los últimos años se logró remontar.

Junto a Rodrigo Rato, escuchaban en silencio, con los ojos clavados en la ministra, el subdirector gerente, John Lipsky, el director del Departamento Hemisferio Occidental, Anoop Singh, y el director del Departamento de Investigaciones Económicas, Mark Allen. Miceli fue subiendo el tono a medida que avanzaba en su alocución, poniendo el acento sobre las consecuencias sociales de las políticas anteriores.

Con tono calmo, y recién cuando la ministra interrumpió su alocución, Rato retomó la palabra, para elogiar el crecimiento económico y la baja de la pobreza que acababa de relatar Miceli, pero con la misma expresión imperturbable –según testigos–, la escuchó, sonrió y repitió los consejos referidos a subir las tasas para enfriar la economía y contener los precios. Luego se despidió, amable, simpático, y hasta con un gesto afectuoso.

Al salir, la ministra se debe haber preguntado a sí misma si Rodrigo Rato, a pesar de su origen español, entiende castellano. O es un practicante fervoroso del diálogo de sordos.

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