El régimen monetario volvió ayer a ser motivo de análisis en las jornadas organizadas por el Banco Central. Martín Redrado, titular de la entidad, aseguró en el discurso de cierre que luego de la crisis las variables fundamentales de la economía experimentaron una “sobrerreacción” y ahora están convergiendo hacia nuevos valores de largo plazo. Luego remarcó que el actual contexto de transición “debe combinar dosis de flexibilidad (como metas indicativas de inflación) con reglas simples sobre la evolución de la cantidad de dinero”. Además sostuvo que “sería un error” dejar que el peso gane terreno frente al dólar ya que a su entender “estos factores pueden producir sobrerreacciones del tipo de cambio”.
La discusión sobre el régimen monetario había comenzado durante la mañana con la participación de Mario Blejer, ex presidente del Banco Central y actual director del Centro de Estudios sobre la Banca Central del Banco de Inglaterra, y el economista Eduardo Curia, asesor del ministro de Planificación, Julio De Vido. Curia propuso un régimen “pro desarrollo” que tenga como objetivo una combinación de tipo de cambio real alto y tasa de interés real baja para consolidar una senda de fuertes tasas de crecimiento, aunque eso suponga una inflación superior al promedio mundial. Por su parte, Mario Blejer coincidió en que las economías emergentes no tienen margen para recetas dogmáticas y requieren regímenes diferenciados, analizó las fortalezas y debilidades de las distintas opciones, pero no se arriesgó a formular su preferencia.
Curia sostuvo que al inducir una mayor expansión del producto de la mano de la presión de la demanda, el régimen monetario “pro desarrollo” intensificará la acumulación de capital, el aprendizaje productivo, el progreso técnico y la mejora general de los recursos laborales. Luego aclaró que el enfoque propuesto puede coincidir en su desenvolvimiento con la presencia de niveles de inflación algo superiores a los que serían propios del esquema de metas de inflación canónico y a los que tienden a identificarse con el promedio mundial. No obstante, agregó que como la expansión del producto corriente es capaz de alentar una mayor formación de capital, ampliando así la capacidad productiva, “bajo una perspectiva mediata, se proyectaría un efecto antiinflacionario”.
En el corto plazo, en cambio, reconoció que la inflación se ubicaría por encima del promedio mundial, pero sostuvo que se puede enfrentar ese reto a través de la esterilización monetaria que puede usar el BCRA como correlato de la intervención en el mercado de cambio, tal como lo viene haciendo. Otra contribución la otorgaría la política de ingresos, “apuntando a colocar límites a manifestaciones excesivas del poder de mercado de las empresas en los precios y a asegurar el respeto del criterio de los costos laborales unitarios en el plano salarial”, agregó. Además, dijo que es importante tener una fuerte disciplina fiscal y una política de crédito y de financiación para evitar que “el apoyo a la inversión quede muy rezagado respecto del otorgado al consumo”. Por último, reconoció que “se hace evidente que en el contexto aludido, vale la independencia operativa del Banco Central, pero no la política”.
Blejer, por su parte, destacó que el objetivo fundamental de la política monetaria en el largo plazo es la estabilidad de precios y para conseguirla es necesaria la adopción de un régimen que implique la presencia de un “ancla nominal” para contar con una restricción sobre el valor de la moneda local. Sostuvo que el ancla basada en “metas de tipo de cambio” tiene como limitante la necesidad de consistencia macroeconómica, rigidez en el ajuste de la tasa real de equilibrio y capacidad limitada de esterilización por parte del Banco Central. No obstante, afirmó que las otras opciones (metas monetarias cuantitativas y metas de inflación) no están exentas de problemas. Las metas monetarias cuantitativas, aseguró, tienen cuestionamientos por el bajo nivel de transparencia, mientras que las metas de inflación tienden a ser inapropiadas para reducir la inflación desde niveles relativamente altos y pueden exacerbar la rigidez con respecto a objetivos intermedios de largo plazo.
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