Argentina acompañó en Ginebra, ante la Organización Mundial de Comercio, la posición del resto de países en desarrollo censurando la dureza de las naciones ricas para abrir sus mercados a los productos agrícolas. “Hemos enfatizado que sin concesiones sustantivas en agricultura que comprendan el cumplimiento de la eliminación de los subsidios a la exportación, la reducción sustancial del apoyo doméstico y el mayor acceso a mercados en los países desarrollados no puede haber acuerdo”, señaló ayer el canciller Jorge Taiana desde Suiza.

En ese país europeo, donde la OMC tiene su sede central, se están desarrollando negociaciones en el marco de la denominada Ronda de Doha, que tras años de deliberaciones no permitió celebrar un acuerdo que satisfaga a las partes. El núcleo central de discrepancias siguen siendo las trabas que las naciones ricas imponen al ingreso de productos agrícolas, al tiempo que exigen la apertura de las fronteras a los bienes industrializados.

Las naciones en vías de desarrollo dan esta batalla desde dos subgrupos diferentes, de cuyas deliberaciones participó el canciller argentino. Uno es el Grupo de los 20, que Argentina integra junto a otros como Brasil, Chile, Cuba, México, Sudáfrica, China e India, y cuyo propósito es estimular una apertura a la importación de productos agrícolas. “Las posiciones están muy alejadas. Los Estados Unidos y la Unión Europea insisten en mantener el statu quo, minimizando las concesiones”, se quejó ayer Taiana desde Europa.

El otro lugar de trabajo en la OMC es el Nama11, Grupo de Negociación sobre Acceso a Mercados para Bienes No Agrícolas, donde la cuestión se centra en cómo se pueden relajar las fronteras para productos no industriales, los que aspiran a vender las naciones ricas.

Lo que irrita, básicamente, es que éstas neutralizan la competencia de las naciones en desarrollo, más competitivas en agro, subvencionando a sus productores (apoyo doméstico), subsidiando a las exportaciones y, finalmente, bloqueando el acceso a sus mercados con trabas arancelarias o paraarancelarias. Las ofertas para desmantelar estas ayudas son muy magras, al tiempo que están acompañadas por la exigencia de que las naciones en desarrollo profundicen su apertura para venderles mucho más bienes con alto valor agregado.