Desde Asunción

La creación del Banco del Sur se sigue demorando. Los presidentes de los países que adhirieron a la iniciativa tenían previsto firmar el acta fundacional en Caracas durante la Copa América. A mediados de este mes se postergó para julio argumentando problemas de agenda, pero ayer se informó que los días 19 y 20 sólo se reunirá en Venezuela la Comisión Técnica para seguir trabajando, mientras que el 3 de agosto será el turno de los ministros de Economía en Río de Janeiro. La firma de los jefes de Estado ahora no tiene fecha. “Nuestro objetivo es que se firme el acta fundacional durante el segundo semestre”, aseguró Felisa Miceli a este diario. Uruguay confirmó su incorporación formal al banco. Además, se discutieron otras medidas tendientes a fortalecer el desarrollo del mercado común.

La demora en la conformación del banco fue atribuida por la ministra Miceli a la incorporación del ahora séptimo miembro, pero lo cierto es que los países no logran ponerse de acuerdo sobre el monto que se deberá aportar para que comience a operar. Hasta ahora se sabe que todos los socios pondrán el mismo dinero, pero nadie quiere arriesgar una cifra. Eduardo Sigal, subsecretario de Integración Económica de la Cancillería, afirmó hace algunos días que podían ser 3000 millones de dólares (500 cada uno de los seis socios que había entonces), pero fue rápidamente desmentido por el Ministerio de Economía. Una vez que se acuerden ese punto y algunos detalles técnicos, los presidentes firmarán el acta y el estatuto de la entidad. Luego habrá que esperar que los Parlamentos de cada país aprueben esa acta. Para evitar que ese paso demore aún más la conformación, se decidió que pueda comenzar a funcionar sólo con el visto bueno de dos de los siete Parlamentos.

En los últimos días trascendió que existían diferencias sobre los objetivos que deberá cumplir la entidad, pero Miceli negó de manera tajante ese rumor. “Apuntará a financiar el desarrollo económico y social de los países miembro”, destacó. De este modo queda descartada la posibilidad de que se convierta en un Fondo Monetario del Sur. “Si el banco logra consolidarse en dos años se puede explorar esa posibilidad”, agregó Miceli. La idea de un FMI alternativo es resistida por Brasil y por sectores ortodoxos que no quieren una entidad que sirva para financiar el déficit público de los gobiernos de la región en épocas de vacas flacas.

En la reunión del Consejo del Mercado Común también se anunciaron otras medidas para fortalecer el desarrollo del bloque, como la creación de un Fondo regional para pymes y la convocatoria a presentar nuevos proyectos que intenten reducir las asimetrías entre los miembros. Uruguay y Paraguay reclaman que la ayuda sea mayor, pero Brasil y Argentina afirman que ellos no pueden cumplir la función que desempeñaron Alemania y Francia para apuntar la Unión Europea. “No somos países ricos. Nuestro aporte siempre va a ser limitado, porque primero debemos reducir la pobreza fronteras adentro”, comentó a este diario una fuente de Cancillería.

La reunión del Consejo del Mercado Común fue de las más tranquilas en años, pero dos episodios generaron tensión, ambos con Brasil de protagonista. El primero, con Venezuela, por la demora en aprobar su ingreso (ver aparte); el segundo fue un entredicho del canciller brasileño con el ministro de Economía de Uruguay, quien reclamó que se eliminen o compensen los incentivos fiscales que otorgan los distintos países. Amorim se excusó en que su Constitución les otorga autonomía a los estados, lo que imposibilitaba satisfacer la demanda. Uruguay recibió la respuesta con disgusto.