ECONOMíA › DISPUTAS EN EL SECTOR FRIGORIFICO CONTRA EMPRESAS RECUPERADAS
› Por Raúl Dellatorre
El viernes 7, la Cámara Argentina de la Industria Frigorífica (Cadif) publicaba su tercera solicitada consecutiva pidiendo borrar del escenario a los tres establecimientos que operan como cooperativas en manos de sus trabajadores. Ese mismo día, una inspección de la Oncca (Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario) disponía la clausura de uno de ellos, Frigocarne. El mercado de faena para consumo se disputa un espacio que parece haber quedado estrecho para todos, y las cooperativas no son bien vistas como participantes de esta acotada torta, intuyen los trabajadores de Frigocarne, que pelearon tres años y medio para volver a poner en marcha el establecimiento.
Cadif es una de las cámaras que agrupa a las empresas que trabajan para el consumo interno, que tradicionalmente se posicionaron en veredas diferentes con el sector exportador, compuesto por un puñado de grandes establecimientos. Pero en los últimos años, con la concentración habida en este negocio y el avance de los grupos extranjeros, las plantas más importantes que operan para el mercado interno quedaron en manos de los mismos holdings exportadores. Swift pasó a manos de la brasileña Friboi, que también se quedó con Rioplatense, Consignatarios Rurales y CEPA. Cargill adquirió sucesivamente Finexcor, Nelson y Friar. Es decir que los dos mayores exportadores son, ahora, también importantes actores en el consumo interno.
Este avance de los grandes grupos coincide con el resurgimiento de tres empresas recuperadas por sus trabajadores: Frigocarne, Subpga y La Foresta. Entre los tres, potencialmente estarían en condiciones de faenar 70 mil cabezas al mes, entre el 30 y 40 por ciento de la faena total en el conurbano. Su presencia molestó a industriales locales que, repitiendo argumentos de los grupos más concentrados, denunciaron a las cooperativas por “competencia desleal” y reclamaron a las autoridades intervenir para dejarlos afuera del mercado.
“Las cámaras empresarias deberían entender el fenómeno; somos trabajadores autogestionados, no falsas cooperativas que actúan como pantalla de ocultos operadores”, describe Raúl Ruiz Huidobro, dirigente de la cooperativa formada por los obreros de Frigocarne. El establecimiento fue cerrado por su ex titular, Guillermo Pitman, junto con otros dos pertenecientes al mismo grupo empresario. Todos fueron llevados a la quiebra, pero no había sido la primera oportunidad en que recurría a ese mecanismo para evitar el pago de sus deudas, indicó.
“El 27 de marzo de 2004 tomamos la planta y nueve meses después conseguimos la Ley de Expropiación en la Legislatura provincial”, repasó. Desde entonces, capitalizaron a la empresa con su propio trabajo para ponerla en condiciones sanitarias operativas. Con respecto a la clausura, Ruiz Huidobro asegura que “tras cinco inspecciones, lo único que nos objetaron fue un error administrativo en el registro de un lote de hacienda para faena. Vamos a hacer todos los trámites necesarios y esperamos volver a la actividad la semana próxima”, aseguró.
De todos modos, no es el final de la disputa. Cadif insiste en acusarla de evadir las obligaciones impositivas y previsionales, cargos que Frigocarne rechaza sin enfrentarse. “Nosotros planteamos un frente de acción conjunto con las pymes del sector, que también beneficiaría a la política oficial en contra de la concentración del negocio. Al consorcio ABC (grandes exportadores) en principio no lo afectábamos, pero ahora están actuando en el mercado interno y disputan por la disponibilidad de la hacienda. Y los frigoríficos recuperados tienen una porción importante, por eso utilizan a las cámaras del sector para atacarnos”, concluyó Ruiz Huidobro.
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