ECONOMíA › DOMINIQUE STRAUSS-KAHN ES EL NUEVO DIRECTOR GERENTE DEL FONDO MONETARIO
La mayoría coincide en que es la peor crisis de su historia. Por falta de credibilidad, con un rol devaluado, desfinanciado, el FMI tendrá un nuevo conductor en reemplazo de Rodrigo Rato. De origen socialista, pero de ideas semejantes a las de sus antecesores.
› Por Fernando Krakowiak
Dominique Strauss-Kahn fue electo ayer como nuevo director gerente del Fondo Monetario Internacional, con el apoyo de la Unión Europea, Estados Unidos y la mayoría de los países emergentes. El ex ministro de Economía francés asumirá en el peor momento de la historia del organismo multilateral, debido a la fuerte resistencia que han generado durante los últimos años los tradicionales planes de ajuste y estabilización en Latinoamérica, Asia y Africa. Su objetivo principal es reestablecer la legitimidad de la institución, y para lograrlo se mostró dispuesto a impulsar una reforma interna del sistema de votación y de representación, democratizando así el proceso de toma de decisiones. El ministro de Economía, Miguel Peirano, señaló anoche que la designación “es un reconocimiento explícito a las críticas al desempeño del Fondo que realizó el presidente Kirchner en distintos foros y que muchas veces no fueron bien vistas en nuestro país”.
Strauss-Khan fue propuesto inicialmente por la Unión Europea y luego se dedicó a apuntalar su candidatura con una gira proselitista por los países emergentes que incluyó una visita a Argentina, donde reconoció que la intervención del FMI “fue catastrófica”. La amplia red de apoyo que logró le permitió superar sin dificultades al candidato Josef Tosovsky, propuesto por Rusia. Ayer recibió la noticia de su designación en Chile, en lo que fue interpretado por los analistas como un nuevo gesto hacia la región. “Estoy decidido a abocarme sin demora a las reformas que el FMI necesita para poner la estabilidad financiera al servicio de los pueblos, favoreciendo el crecimiento y el empleo”, aseguró a través de un comunicado. La asunción formal está prevista para el 1º de noviembre y su nombramiento será por cinco años.
El nuevo titular del Fondo hizo su carrera política en el Partido Socialista. Fue ministro de Industria y Comercio Exterior de François Mitterrand (1991-1993), ministro de Economía de Lionel Jospin (1997-1999) y uno de los precandidatos a la presidencia que el año pasado luchó para competir con el conservador Nicolas Sarkozy, hasta que Ségolène Royal lo superó en las elecciones internas. Luego de la derrota del partido, se posicionó como uno de los principales referentes de la oposición, pero Sarkozy sorprendió al seducirlo con la candidatura al Fondo. Su origen socialista marca una ruptura con la tradición neoclásica encarnada por Anne Krueger y Rodrigo Rato, pero sus antecedentes en la gestión pública no evidencian diferencias significativas con la ortodoxia económica.
En 1995, los socialistas se opusieron activamente al plan de privatización de empresas públicas diseñado por el primer ministro de derecha Alain Juppé. Sin embargo, cuando Jospin ganó las elecciones en junio de 1997 avanzó con un programa similar al de Juppé y Strauss-Kahn fue el encargado de implementarlo. En menos de dos años concretó la apertura a los capitales privados en France Telecom (octubre de 1997), el grupo aeronáutico Aerospatiale (julio de 1998), la aerolínea Air France (febrero de 1999) y el banco Crédit Lyonnais (marzo de 1999), entre otros. Ahora también prometió que hará algo diferente a sus antecesores y logró un voto de confianza de los países emergentes. En los próximos meses se sabrá si se trata de un maquillaje como el que estaba impulsando Rodrigo Rato o un cambio radical de timón.
El FMI fue creado en 1944 para incentivar la cooperación monetaria internacional, facilitar el crecimiento equilibrado del comercio y fomentar la estabilidad cambiaria. Sin embargo, en las últimas décadas se convirtió en un instrumento de los países centrales que sólo otorga créditos contingentes si el solicitante cumple con una serie de medidas ortodoxas, tales como recorte del gasto público, apertura del mercado interno y liberalización financiera.
Las naciones en desarrollo rechazan esa receta por las consecuencias que les ha provocado. En los últimos años cancelaron sus créditos e incrementaron su nivel de reservas para contar con un “autoseguro” que les permita no depender del FMI. El listado incluye a Argentina, Brasil, Rusia, Uruguay e Indonesia, entre otros. Actualmente, sólo Turquía mantiene una deuda importante. La fuga de clientes puso en riesgo la relevancia del organismo a nivel mundial y la continuidad de una gran parte de la burocracia que lo integra, pues en el último año fiscal el Fondo acumuló un déficit de 165 millones de dólares. Strauss-Khan tiene la misión de regenerar la confianza y para lograrlo prometió introducir cambios.
En la actualidad, el reparto de los votos en el organismo responde a una ecuación compleja que les da una amplia mayoría de poder a los países aliados de la Segunda Guerra Mundial, otorgando gran incidencia a la apertura comercial y financiera. Esto perjudica, por ejemplo, a naciones emergentes como China y Corea del Sur, que tienen menos votos que su peso en la economía mundial.
Los países en desarrollo plantean una distribución más equitativa, que contemple un cambio en la fórmula de medición del poder económico y la introducción de un sistema de doble mayoría para definir algunos temas clave. De ese modo, al actual sistema de elección se le sumaría una segunda vuelta en la cual cada país tendría un voto. Lo que se busca es que el organismo concilie los programas de estabilización con las metas de desarrollo de los países miembro, para que las condicionalidades que anteceden a los créditos no terminen determinando la política económica, como ocurrió en los últimos años.
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