Sáb 13.10.2007

ECONOMíA  › PANORAMA ECONOMICO

Gol en contra

› Por Alfredo Zaiat

No tiene la trascendencia del juicio al sacerdote Christian von Wernich ni la dimensión de los aberrantes delitos juzgados en ese tribunal. Sin embargo, en una pequeña sala en la sede de Comodoro Py se está desarrollando desde hace pocas semanas otro juicio oral y público que tiene la fuerza de poner en el banquillo de los acusados a otro poder que se considera hasta tan intocable como la Iglesia: el financiero. Tan sagrado se observa a sí mismo que busca por todas las vías evitar su difusión en un bochornoso pacto de silencio sellado entre todos los integrantes de la logia máxima del dinero. Ese juicio, cuya sentencia se conocerá el próximo mes, tiene el valor de revelar cómo el sistema financiero, en este caso la rama de las AFJP en ese árbol de la codicia, posee la virtud de presentar la estafa como algo natural. El escándalo involucra a la AFJP Siembra, cuando pertenecía al Citibank, y a la agencia bursátil Rabello. Este juicio alcanza a financistas de esas compañías investigadas. Los perjudicados por las maniobras que se están ventilado en el estrado fueron los trabajadores aportantes a esa administradora, porque sus respectivos ahorros jubilatorios sufrieron pérdidas por operaciones irregulares. Como muestra de la existencia de una doble moral para juzgar situaciones similares del mercado bancario, no se escuchan cacareos de alarmas por el perjuicio a los futuros jubilados por ese caso, como sí los hubo cuando se implementó el canje de los bonos en default y ahora con la manipulación del IPC y, por lo tanto, del coeficiente de actualización CER que ajusta a parte de la deuda pública. Página/12 informó en exclusiva en sucesivas notas (la primera el 11 de marzo de 2002), realizadas por el periodista Julio Nudler, el desarrollo de este escándalo, que en general los otros medios de prensa ignoran por algún motivo superior. Ese silencio se potencia porque no se trata del habitual comportamiento de ocultar estafas de los bancos, sino que ahora ese enmudecimiento se presenta más necesario porque está abierto el período de la opción de traspaso de las AFJP al régimen previsional público. No resulta un buen antecedente para esas compañías exponer entonces el desmanejo que realizaron del dinero aportado por trabajadores.

La particularidad de este juicio, en relación con otros que involucra la caída de determinados bancos, se encuentra en la diversidad de los actores participantes. Uno de los bancos internacionales más importante del mundo, una casa de bolsa tradicional, financistas reconocidos en el mercado, operadores ambiciosos, grandes estudios jurídicos, miembros del establishment de la city y la solitaria tenacidad de unos pocos funcionarios del Estado para evitar la impunidad del poder del dinero. Presos, prófugos que fueron capturados en refugios de la costa y procesados integran la voluminosa causa de más de 40 cuerpos y 12.000 fojas. Técnicos de la Comisión Nacional de Valores, de la Superintendencia de AFJP y la perseverancia del juez Bernardo Vidal Duran permitieron que el caso avance hasta el juicio oral y público que se está desarrollando en estos días.

La maniobra era tan simple, que ofende a la idea de sofisticación del negocio financiero. Si la cotización de la acción comprada bajaba, el papel se asignaba al fondo de Siembra, y así la pérdida era contabilizada por los trabajadores que ahorraban para su jubilación. En cambio, si el precio de la acción subía, otro era el comprador y se llevaba la ganancia. Para ello se había constituido un acuerdo entre operadores de Siembra y de Rabello. El primero le indicaba al segundo ejecutar la operación de compraventa, que se realizaba con Cedears (certificados representativos de acciones extranjeras), a través de una comunicación por un teléfono celular, para no dejar registro. Utilizaban esa vía porque los teléfonos de la mesa de dinero de Siembra eran grabados por normas internas del Citi para controlar y para aclarar diferencias con contrapartes. A quién se le asignaba la operación, según el resultado, se definía al final de la jornada. Como esos papeles tenían una elevada volatilidad en una misma rueda, si el saldo era quebranto, el “mal negocio” era para los aportantes a la AFJP. En cambio, si el balance era una ganancia, ésta pasaba a engrosar la cuenta de otros ajenos al fondo de Siembra. En ese momento, cuando se quería oficializar la operación se recurría a las líneas de la mesa de dinero. La sospecha sobre los “beneficiarios” de esas operaciones apunta, entre otros, a integrantes del Banco Privado de Inversiones, curso de la investigación que no ha podido avanzar más allá.

Resultan ilustrativas las declaraciones realizadas en el estrado por algunos de los protagonistas de esta historia porque revelan, por un lado, con qué grado de impunidad se mueven en el sistema financiero y, por otro, el desamparo de aquellos que confían su plata al mercado sin saber a lo que se exponen.

Pablo Miguel Salvemini era el operador de Siembra, el Citi lo despidió con causa, estuvo prófugo, lo encontraron en Villa Gesell y está preso. A principios de este mes, en el juicio oral y público, declaró:

- “Nadie me regaló nada. Yo sé cómo opera un mercado financiero. Nadie de la CNV sabe lo que yo sé de mercado.”

- “Nadie me dijo que yo no podía operar por celular. Ninguno dice la verdad. El celular es como la raqueta para el tenista.”

- “A mí no me pagan para ser prolijo, yo era el 9 goleador. Para eso me pagaban, para hacer goles.”

- “Los Cedears los han creado para que ganen los bancos extranjeros.” Alejandro Pablo Milito Bianchi era uno de los operadores de la casa de bolsa Rabello desde 1991. Antes trabajó en el Banco Roberts. Desde Rabello, se ocupó de negocios de Renault por el vínculo de José Javier Goñi con Manuel Antelo, ex dueño de la terminal francesa en Argentina. Estuvo prófugo y frente al tribunal hizo el siguiente descargo:

- “Estamos presos por la presunción que hizo esa gente (por la CNV y la Superintendencia de AFJP), que puede resultar lógica pero no es real.”

- “El desfalco, en teoría, es de unos 400.000 pesos, y acá sólo en esta reunión (por el juicio) se lleva gastado diez veces ese monto.”

- “El riesgo era de Rabello, no de Siembra.”

- “El único energúmeno que me llamó ‘Mileitor’ fue Salvemini, a quien conocí cuando estuve preso.”

- “Estos chicos (por los del Citi) se creían dioses porque el mercado le decía eso.”

La importancia de las grabaciones reside en que esas cintas facilitaron la tarea para descubrir la maniobra, que se sospecha generalizada en el mercado de AFJP pero casi imposible de probar, precisamente, por la falta de esas pruebas. En su momento, la Superintendencia de AFJP inició un sumario a Orígenes y Futura por operaciones similares, pero la investigación no pudo avanzar más que la de disponer un sumario y una sanción administrativa. La AFJP Nación también estuvo involucrada en maniobras similares al caso Siembra-Rabello, aunque en menor dimensión. Entonces, la relevancia del caso no es por el monto del desfalco descubierto (unos 400 mil pesos), sino en la presunción de una práctica difundida que perjudica a los trabajadores que aportan para su jubilación futura.

Este juicio, además, tiene la importancia de exhibir la red de protección para los miembros poderosos del sistema financiero. Red que implica, a la vez, una evidente indefensión de quienes invierten voluntaria o involuntariamente (los trabajadores con sus aportes previsionales) en el mercado de capitales. En este caso, de casi nula difusión en los medios de comunicación, fueron partícipes, no una entidad aislada, sino varias y de diferentes segmentos del mercado: una AFJP (Siembra), una sociedad de bolsa extrabancaria (Rabello), un banco internacional (el Citi, dueño de Siembra, AFJP que luego vendió a Met) y otro banco nacional (Privado de Inversiones). Las víctimas fueron los trabajadores afiliados a la AFJP.

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