Jue 25.10.2007

ECONOMíA  › PESE A LA FUERTE SUBA DE IMPORTACIONES, SIGUE HABIENDO SUPERAVIT

Celulares, monitores y algo más

El crecimiento de la demanda interna se está consumiendo el superávit. Los productos primarios dominan entre las exportaciones.

› Por Raúl Dellatorre

Medidas en cantidades, las exportaciones crecieron en los primeros nueve meses del año 7 por ciento, 15 puntos menos que las importaciones. Más que la caída en el superávit comercial, que cayó de más de 9000 millones de dólares del año pasado a menos de 7200 millones este año, lo que se verifica como signo preocupante es la tendencia de las compras externas a crecer ampliamente por encima de las colocaciones de productos nacionales en el exterior. Además, las exportaciones crecen principalmente asentadas en los productos primarios, que aumentaron el volumen colocado en el exterior en un 18 por ciento este año, contra el 2 por ciento de incremento de las manufacturas de origen agropecuario y el 10 por ciento de las de origen industrial. Estas son algunas de las referencias que pueden extraerse del informe sobre Intercambio Comercial que publicó ayer el Indec y que ofrecen más de un elemento para el replanteo de la política de comercio exterior.

El saldo de la balanza comercial de septiembre fue positiva en 839 millones de dólares. Tomando los nueve primeros meses del año, el resultado superavitario alcanza a 7190 millones, como consecuencia de exportaciones por 39.304 millones e importaciones por 32.114 millones. Mientras las primeras aumentaron 16 por ciento con respecto al mismo período del año pasado, las importaciones lo hicieron en un 29 por ciento. El superávit, de ese modo, se redujo en un 20,4 por ciento.

Las importaciones siguen teniendo fuerte protagonismo en las cifras de comercio internacional que se conocen mes a mes. En septiembre aumentaron, en valor, 25 por ciento respecto de igual mes de 2006. En los nueve meses acumularon una cifra 29 por ciento superior a la de igual período del año pasado. De esos 29 puntos, 22 corresponden al aumento de las cantidades; es decir, hay un incremento real de la demanda por productos importados en esa magnitud.

El crecimiento de las importaciones se reparte entre los distintos rubros. Combustibles y lubricantes, que todavía constituyen una parte menor de las importaciones, crecieron 40 por ciento respecto del año pasado –siempre medido en función de las cantidades–. Bienes de capital (casi la cuarta parte de las importaciones totales) lo hicieron en un 25 por ciento, piezas y accesorios para bienes de capital y bienes de consumo (incluidos vehículos) aumentaron el 23 por ciento y bienes intermedios, 17. Es decir que no hubo rubro sin aumento destacado respecto del año pasado.

Las consecuencias del déficit energético se hicieron sentir en las importaciones. Las compras de gasoil, energía eléctrica a países vecinos y fuel oil constituyeron el crecimiento más destacado entre los rubros de importación (60 por ciento en valor con respecto al año pasado). Los grupos electrógenos se convirtieron en un rubro importante dentro del incremento de las importaciones de bienes de capital. Sin embargo, dentro de los productos que merecen esta última calificación por uso económico, siguen siendo las compras de celulares las que más sobresalen, este año acompañadas por las de monitores policromáticos para computadoras.

Se verifica, entonces, que el grueso del mayor impulso a las importaciones viene dado por las falencias en la estructura de producción y servicios de la Argentina por un lado, y por la demanda creciente de productos tecnológicos por otro, propios de un proceso de crecimiento centrado fundamentalmente en sectores de ingresos medios y altos.

En sentido contrario, la estructura de exportaciones está cada vez más sesgada hacia los productos de menor elaboración. Semillas y frutos oleaginosos, grasas y aceites, y residuos y desperdicios de la industria de la alimentación constituyen los renglones más dinámicos, o mejor dicho los que más crecen, tanto en cantidad como en precio –18 y 19 por ciento, respectivamente–. Es decir, que los actuales valores de exportación están fuertemente condicionados al mantenimiento de los niveles de precios de las materias primas agrícolas en los mercados internacionales.

El fuerte superávit comercial obtenido a partir de 2002 tuvo origen principalmente en la fuerte devaluación del peso y en la retracción del mercado interno. Hoy, la política de “dólar alto” sólo logra mantener la paridad en términos reales –creciendo a la par de la inflación– o limita su retroceso. Frente a una recuperación del consumo que alienta las importaciones, dicha política es insuficiente para sostener el superávit.

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