ECONOMíA › JUSTIFICO RUPTURAS CON PETROLERAS Y DEFENDIO AL FMI
El secretario ejecutivo de la Cepal y ex ministro de Economía argentino en tiempos de la Alianza, José Luis Machinea, justificó la ruptura de los contratos petroleros en Bolivia, Venezuela y Ecuador en el último año y medio. “Era inevitable; el petróleo valía 20 dólares (el barril) y ahora está a 90”, planteó, aunque otros países productores de la región, incluido su país de origen, Argentina, mantuvieron las mismas ventajas para las petroleras. E incluso las amplió en el caso argentino, extendiendo la duración de los contratos en las áreas de mayor rendimiento.
Los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador nacionalizaron sus recursos naturales hidrocarburíferos e hicieron cambios en las reglas de concesión y exportación de petróleo y gas. El objetivo compartido fue evitar que las petroleras se llevaran la mayor parte de la producción al exterior, obteniendo un gran beneficio con ello, dejando al país apenas una porción menor de su producción.
Machinea, al exponer en Casa de América en París sobre “Los desafíos económicos de la región”, sostuvo que estos procesos se dieron en forma “casi natural, para acompañar el proceso de cambio de los precios de algunas materias primas”.
Bolivia decidió nacionalizar en mayo de 2006 primero los yacimientos de gas –decisión que afectó principalmente a la estatal brasileña Petrobras– y luego comprar, en mayo de 2007, dos refinerías que habían sido privatizadas en favor de la empresa brasileña a fines de 1999. Venezuela elaboró una ley de nacionalización que le asegura la mayoría accionaria en todas las asociaciones y contratos petroleros que operan en el país, y que condujo en junio pasado a la expropiación de las filiales de dos petroleras estadounidenses, Conoco y Exxon, y de la canadiense PetroCanadá.
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, redujo de 50 al 1 por ciento las ganancias extras de las petroleras extranjeras por el alza de la cotización internacional. Ecuador busca cambiar los actuales contratos con las petroleras extranjeras que dejan al país un 18 por ciento del volumen de crudo extraído a un precio promedio de 25 dólares por barril, para quedarse con el 100 por ciento y pagar a las empresas los costos de operación y un margen de utilidad.
Según evaluó el funcionario de la Cepal, la región se enfrenta a la enorme oportunidad que le brinda el alza de los precios de las materias primas y el aumento de la demanda de China e India. Pero advirtió que, para crear las bases de un crecimiento sostenible a mediano plazo, debe agregarles valor y conocimiento. La Cepal estima que la región crecerá este año un 5 por ciento y el año próximo un 4,5, en base a un contexto internacional favorable pero también a reformas hechas en casa. Machinea se congratuló de que América latina haya “dejado atrás el populismo, al menos en la macroeconomía”.
No obstante, subrayó que el gasto público ha crecido entre un 30 y 40 por ciento por año, especialmente en Venezuela y Argentina, así como en Bolivia, pero luego precisó que esta alza es inferior a la de 10 o 15 años atrás. “Estamos aprendiendo de los errores del pasado, hemos sido más ordenados pero no hemos creado una institucionalidad macroeconómica. La única que existe es la de Chile”, subrayó. Pero aunque en los cuatro últimos años la pobreza y la indigencia han disminuido, señaló, hoy “tenemos más pobres que en 1980” y 200 millones de personas viven aún por debajo de la línea de pobreza en la región más desigual del mundo.
En cuanto a la deuda argentina con el Club de París, Machinea, hablando en esta última ciudad, defendió la participación del Fondo Monetario Internacional en las negociaciones y el acuerdo. “Tener un plan con el Fondo Monetario es la regla, no vamos a cambiar la regla por Argentina”, dijo en tono de advertencia. “Creo que finalmente va a haber acuerdo con el Club de París, pero va a ser algún acuerdo con el Fondo. Un Fondo ‘más bueno’ que antes o no, no sé, pero no creo que se acepte una negociación sin alguna participación del Fondo”, fijó su parecer el ex ministro de Fernando de la Rúa.
La deuda con el Club de París, integrado por los países industrializados, asciende a unos 6200 millones de dólares, pero el 70 por ciento fue contraída con Alemania, Japón y España.
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