Sáb 10.11.2007

ECONOMíA  › CIERRE DEL COLOQUIO DE IDEA, CON VIEJAS DEMANDAS Y UN DEBATE QUE NO FUE

Con la preocupación energética en la cabeza

Más de 800 empresarios reunidos por el Coloquio de IDEA en Mar del Plata se quedaron con las ganas de escuchar a Cristina. Y de debatir su propia propuesta energética con De Vido, que tampoco fue. Poco novedoso, el documento promete más inversión si eliminan regulaciones.

› Por Cledis Candelaresi

Desde Mar del Plata

Primero fue el análisis del empleo informal y su relación con la exclusión social. Luego fue el turno de los diagnósticos y proyecciones sobre la situación energética. Ambos ejes constituyeron el centro de la convocatoria –a falta de autoridades oficiales– de la última jornada del 43º Coloquio de IDEA. El informe que presentó un técnico del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) trae pocas novedades, aunque vuelve sobre una cuestión que irrita al Gobierno: la Argentina, asegura, necesita 4500 millones de dólares de inversiones anuales para evitar una crisis y este dinero sólo aparecerá si cambian las condiciones regulatorias. El ministro de Planificación, Julio De Vido, había pedido estar presente para dar un debate público sobre el tema. Pero finalmente desistió por problemas de agenda. Las mismas razones invocadas por la presidenta electa para declinar su invitación al coloquio con más concurrencia (más de 800 empresarios) y sponsors (87) de los últimos tiempos.

Quizá la idea de que hubiese figuras destacadas del gabinete nacional, o incluso Cristina Fernández de Kirchner, explique en parte la concurrencia record. De cualquier modo, los organizadores insisten en que la verdadera razón es un temario más atractivo, con el debate sobre los problemas institucionales del país: la falta de inclusión social y la competitividad, entre otros. Ejes que volverán a repetirse en el temario del próximo año, cuando a esta reunión la presida Carlos Tramutola, hombre de Strat Consulting que durante varios años integró el staff de Techint.

La presentación del análisis sobre el mercado energético, en el que su expositor no fue el que estaba previsto originalmente, resalta que Argentina está condenada a importar para abastecerse, debiendo adquirir la energía en un mercado con precios en alza dramática y donde el petróleo y el gas escasean. Según el ITBA, sería necesario desembolsar al menos 50 millones de dólares en cada pozo local que aún tiene chances de ofrecer algo para completar su desarrollo. Pero para que aparezca este dinero –que suma 3000 millones de dólares anuales sólo para atender el crecimiento de la demanda– es necesario tener un marco regulatorio que dé certidumbre y seduzca al capital privado.

De Vido hizo saber que estaba dispuesto a ir a dar el debate. Sin embargo, no fue de la partida. Jorge Badaraco, responsable y expositor de la síntesis de aquel estudio, también había participado en la presentación que se hizo ante la entonces candidata Cristina Kirchner unas semanas atrás, en el marco de los almuerzos organizados en el Pre-Coloquio. Pero ayer tampoco subió al escenario. La firma a la que pertenece, Endesa, le habría solicitado no ser el expositor, aparentemente a pedido del propio Gobierno. Las autoridades de IDEA prefirieron hacerse a un lado del problema, asegurando que ningún directivo había recibido llamado alguno de miembros del Gobierno. El lugar de Badaraco fue ocupado por otro participante en la elaboración del trabajo presentado, Jorge Tersoglio, también perteneciente al ITBA y a quien se reconoce en el ambiente empresario como un técnico liberal mucho más emparentado que Badaraco con el sentir de los hombres de negocios.

Con diferencia de matices, los especialistas Francisco Mezzadri y Carlos Pierro también expusieron en una línea similar: el área energética necesita inversiones y éstas sólo pueden promoverse si hay condiciones –estabilidad regulatoria y precios– que garanticen el retorno. En rigor, fue difícil encontrar algún asistente al coloquio que opinara de modo distinto. Lo que no había era ánimo adverso a la decisión oficial de prolongar hasta aquí el congelamiento de una parte de las tarifas, las domiciliarias. Corsé del que sólo zafó hasta ahora Gas Natural Ban.

Pero ni siquiera aquel recambio de último momento en el interlocutor de un tema sensible alteró demasiado el ánimo de un cónclave que derrochaba prosperidad de todas las formas posibles, incluida la disputa de los sponsors para hacer publicidad ante tan nutrida y optimista concurrencia.

Esa especie de opulencia contrastaba con la dureza de un temario que, por la mañana, lo tuvo a Ernesto Kritz como uno de los principales expositores. El titular de la Sociedad de Estudios Laborales y Sociales describió un cuadro preocupante en el que el 40 por ciento de los asalariados privados están en negro. El 75 por ciento de ellos no retienen un trabajo ni siquiera por un año y sus remuneraciones son, en promedio, más bajas.

Quizás uno de los mensajes más duros para la concurrencia empresaria, que a las 9 de la mañana había colmado el espacioso salón del Sheraton para escuchar a Kritz, fue el detalle de lo que ocurrió con la baja de aportes patronales. En la década del ’90, cuando se redujeron drásticamente las cargas laborales, la informalidad subió 10 por puntos, del 30 al 40 por ciento actual. El mensaje de Kritz resultó inequívoco: liberar de ese costo a las empresas no sirvió para generar puestos formales.

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