Cuando se habla de bancos para financiar proyectos de producción, el ejemplo es Brasil: el suyo presta más que el Banco Mundial o el BID.
› Por Fernando Krakowiak
La referencia obligada cuando se debate la creación de un banco de desarrollo es el BNDES, una institución fundada en 1952 por Brasil para fortalecer su política industrial y de infraestructura con créditos de largo plazo. En la actualidad, este banco es el principal financiador de proyectos de infraestructura, transporte, energía, industrias básicas e innovación en el país vecino. Concentra casi el 20 por ciento del crédito total del sistema y su plazo medio de financiamiento es de 83 meses contra apenas 7 de la banca privada.
El año pasado, la entidad desembolsó 24.063 millones de dólares, más que el BID (6088) o el Banco Mundial (20.743), e incluso registró una ganancia neta de 2961 millones, motivada en parte por el bajo nivel de incumplimiento de su cartera (0,68 por ciento), un dato que debería ser tomado como ejemplo por las autoridades argentinas para no repetir la desastrosa historia del Banade, que nunca pudo asegurar un nivel de repago aceptable de parte de los industriales que ahora reclaman otra oportunidad.
En relación con el flujo de caja, el 72 por ciento del fondeo del Bndesprovino en 2006 del retorno de sus operaciones de crédito, el 12 por ciento de un fondo de desempleo al que aportan las empresas (Fondo de Amparo al Trabajador) y el 16 por ciento restante del rendimiento que arrojan sus activos. También suele fondearse en el exterior, pero en el último ejercicio esa fuente de recursos tuvo una contribución negativa del 1 por ciento de la generación neta de caja porque las captaciones en organismos multilaterales fueron inferiores al pago de servicios de su deuda externa.
El papel del banco ha sido clave para favorecer una mayor competitividad de la economía brasileña. Un caso emblemático es el de la industria aeronáutica, un sector con un enorme potencial tecnológico y capacidad de generar externalidades positivas para otras áreas. Un informe del BNDS destaca que, entre 1998 y 2002, los desembolsos anuales de la entidad destinados a Embraer, empresa dedicada a la fabricación de aviones de mediano porte, pasaron del 3,8 al 13,8 por ciento del total, lo que le permitió a la firma incrementar su facturación de 377 a 2600 millones de dólares, elevando su participación en el total de las ventas externas brasileñas del 0,5 al 4,3 por ciento en el mismo período.
Otra prioridad del banco es favorecer la expansión de la oferta de energía. El año pasado destinó el 17,4 por ciento de sus desembolsos a la financiación de proyectos de electricidad, biocombustibles, petróleo y gas natural. En biocombustibles, el aporte para la producción de etanol es creciente. En 2004, la entidad desembolsó 322 millones de dólares, en 2005 elevó la cifra a 600 millones y el año pasado llegó a 1122 millones de dólares, consolidando a Brasil como principal productor y exportador mundial de este combustible.
Para la producción de insumos básicos (siderúrgica, papel y celulosa y petroquímica) se giraron el año pasado 6400 millones de reales (12,2 por ciento de los desembolsos). Mientras que para desarrollar la industria farmacéutica, intensiva en capital e investigación científica, el gobierno creó en 2004 un programa de apoyo a la cadena de valor del sector. En 2006, se aprobaron proyectos por un monto de 1100 millones de reales y 533 millones los financió el Bndes (cerca de 300 millones de dólares al tipo de cambio actual). Estos aportes ya están teniendo resultados. En 2003 sólo una de las principales empresas del mercado brasileño estaba controlada por capitales nacionales y el año pasado ya eran cuatro (Aché, EMS Sigma Pharma, Medley y Eurofarma). Otra iniciativa importante fue la reciente creación del fondo Criatec destinado al aporte de capital semilla para pymes innovadoras en biotecnología, nanotecnología y agronegocios, donde el BNDES aporta 80 millones de reales (44 millones de dólares).
El contraste con Argentina es impactante, sobre todo si se toma en cuenta que el BICE (Banco de Inversión y Comercio Exterior) desembolsó el año pasado apenas 397 millones de pesos en todo concepto, unos 128 millones de dólares.
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