Alarmado porque el Fondo Monetario puso en el freezer el acuerdo con Argentina, el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, le envió una carta al titular del Banco Nación, Horacio Pericoli, en la que solicita un brutal ajuste en la entidad estatal, su apertura al capital privado y la venta de las compañías satélites: AFJP Nación, Nación Seguros de Vida y Retiro. Según la misiva, “como parte de los acuerdos para acceder a un programa respaldado por el FMI”, el Nación debería reducir “costos operativos entre el 20 y 30 por ciento”, una tarea que podría significar despidos y la eliminación de “estructuras organizativas redundantes”.
En los últimos días, surgió dentro del equipo económico una fuerte polémica acerca de por qué el Fondo Monetario sigue demorando la posibilidad de un acuerdo. Nielsen, quien lideró la negociación desde que Lavagna asumió como ministro, está convencido de que el problema ahora son los bancos públicos que, como es sabido, Washington presiona por privatizar desde hace años, en línea con los reclamos del establishment financiero. Así, le giró el 22 de agosto pasado un memorándum al presidente del Banco Nación solicitándole un ajuste inolvidable, similar al que está en marcha en la banca privada. Los términos del documento son tan duros que le valieron a Nielsen el reproche de sus colegas en el gabinete económico. Más aún, pese a que el funcionario dice haber redactado la misiva “por expresa indicación del señor ministro”, dos estrechos colaboradores de Lavagna dijeron a Página/12 que el secretario de Finanzas “se cortó solo”.
“Dada la negociación con el FMI, y con otros organismos internacionales de crédito, la banca pública está bajo un cuidadoso escrutinio”, le advierte Nielsen a Pericoli. Y le informa que “como parte de los acuerdos para acceder a un programa respaldado por el FMI, se deberá contratar a una consultora que contribuya al replanteo estratégico del BNA”. Pero luego aclara que “es importante que la institución tome una serie de medidas antes de que comience a la tarea de los consultores”. Menciona dos:
1) “Sería imprescindible lograr una reducción de costos operativos de entre 20 y 30 por ciento”.
2) “Preparar el camino crítico de las acciones necesarias para cotizar en Bolsa hasta un 10 por ciento del capital”.
Semejante ajuste difícilmente podría realizarse sin despedir personal. De hecho, el propio Nielsen sugiere “el diseño de un nuevo sistema de sucursales con menores costos operativos y con una mayor eficiencia”, además de “identificar y eliminar las estructuras organizativas redundantes”. “Acompañando estas iniciativas, que son las más evidentes, se debe poner en marcha un sistema que asegure la reducción de los costos en toda la organización”, insiste.
Por otro lado, el secretario de Finanzas explica que “el accionista del banco, el Estado nacional, no está en condiciones de capitalizarlo como la crisis requiere”, por lo que exige a Pericoli que venda activos de la entidad para capitalizarla. “Para cubrir las necesidades de capitalización es central que se ponga en marcha cuanto antes un plan ambicioso de disposición de activos, incluyendo tanto la gestión de cobro de los préstamos en mora, como la venta de las compañías no estratégicas”, ordena Nielsen. Las “compañías no estratégicas” a las que se refiere son AFJP Nación, Nación Seguros de Vida y de Retiro. Firmas que, paradójicamente, son rentables y que compiten en condiciones de igualdad con las principales empresas privadas en sus rectivos sectores.
Los plazos que fija Nielsen para el ajuste del Banco Nación son perentorios. Le solicita a Pericoli que presente un plan para alcanzar los mencionados objetivos “en la primera semana de setiembre”. La urgencia por complacer al Fondo es mucha.