El Panorama Laboral de la OIT da cuenta de una generalizada y persistente caída del desempleo en América latina y el Caribe, pero advierte sobre las condiciones laborales y los salarios. Las cuentas pendientes para una región que aún arrastra una pesada deuda social.
La tasa de desempleo urbano para América latina y el Caribe se ubicó en el 8,5 por ciento en 2007, completando así el quinto año consecutivo de caída en el índice. Los datos, presentados ayer en Lima, pertenecen al informe Panorama Laboral 2007 de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) e indican que la caída del desempleo regional se debió principalmente al aumento de la demanda laboral y a un modesto incremento de los salarios reales. Sin embargo, la calidad de los empleos continúa siendo precaria, poniendo en evidencia que el crecimiento económico, que en la región rondó el 4,8 por ciento en los últimos cinco años, no es suficiente para revertir el déficit de trabajo decente acumulado durante las últimas décadas.
El trabajo señala además la necesidad de tomar políticas concretas para mejorar la situación de los sectores más vulnerables: las poblaciones indígenas y afroamericanas, las mujeres y los jóvenes. Con precaución, la OIT estima para 2008 un leve descenso de la cantidad de desocupados en la región.
El nivel de desocupación es el más bajo que se registra desde principios de los noventa. La disminución de la tasa fue generalizada, y a la cabeza del ranking estuvieron Panamá, Argentina y Uruguay. La evolución positiva del indicador fue resultado de un aumento en la demanda laboral, reflejado en el incremento de la tasa de ocupación. “América latina y sus gobernantes han demostrado que pueden hacer las cosas bien y hay que reconocerlo. Pero debemos también reconocer que no es suficiente”, comentó al referirse a la informalidad laboral y la brecha de género, el director regional de la OIT para América latina y el Caribe, Jean Maninat.
En América latina y el Caribe la situación mejora, pero todavía persisten importantes brechas que afectan a los sectores más vulnerables. El empleo asalariado creció y disminuyó levemente el empleo no asalariado. En promedio la informalidad laboral para la región asciende al 61,5 por ciento de la población urbana ocupada y cerca del 40 por ciento de los trabajadores no contó con protección social o pensiones en 2006.
Un aspecto que destaca el trabajo de la OIT es que los aumentos de productividad fueron superiores a los incrementos en los salarios reales. En el sector industrial, el salario creció un 3 por ciento y el mayor crecimiento se evidenció en Argentina, 11,2 por ciento. Si se excluyen de las estimaciones los salarios reales industriales de la Argentina, el indicador regional aumenta sólo el 2,1 por ciento, muy por debajo de los valores de productividad de la industria.
Según afirmó Maninat, “a pesar de todos los logros en materia de género, todavía para la mujer es más difícil tener acceso a los mercados laborales”. La desocupación en las mujeres fue en promedio 1,6 veces mayor que entre los hombres. La tasa de desempleo juvenil está cerca de triplicar a la de los adultos. Los más de 200 millones de indígenas y afroamericanos, con bajos niveles educativos y limitado acceso a la protección social, cuentan con empleos precarios y una mayor probabilidad que sus ingresos estén bajo la línea de la pobreza, conforman el otro gran grupo desfavorecido.
El director regional de la OIT sostuvo que el buen desempeño del mercado laboral “permite contar con un piso más sólido para enfrentar la asignatura pendiente de la región, que es mejorar también la calidad de los empleos”. Si bien la OIT estima para este año un leve descenso de la tasa de desempleo urbano, caería hasta el 7,9 por ciento, y calcula que la generación de empleo será mayor que la expansión de la oferta laboral, el director de la OIT advirtió que “habrá una alta dosis de incertidumbre generada por la volatilidad de la situación económica internacional y por los pronósticos de una desaceleración e incluso de una recesión”.
El impacto que puede generar la crisis financiera podría ser mayor en aquellas economías de América latina y el Caribe más dependientes de intercambio comercial con Estados Unidos y del envío de remesas, como México, Centroamérica y el Caribe. Pero desde la OIT indican que puede afectar también a algunos países de América del Sur. Pero prepararse para enfrentar un desbalance global no será suficiente, el informe de la OIT indica que para las economías regionales existen otras fuentes de riesgo como “los aumentos en las tasas de inflación, la apreciación del tipo de cambio real y el mayor incremento del gasto público”.
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