ECONOMíA • SUBNOTA › BRASIL ENFRENTA LA CRISIS EMBISTIENDO CONTRA EL MODELO NEOLIBERAL
Los cambios en el escenario mundial que prevé el mandatario brasileño. La voz de Latinoamérica que resurge. La apertura del comercio mundial. La relación con la India en un nuevo mundo multipolar, con un Brasil petrolero.
› Por Fernando Gualdoni *
Desde Madrid
Lula da Silva está convencido de que la crisis financiera mundial dará paso a profundos cambios en el mundo. “Se acabó esto de que el mercado lo puede todo (...). Se acabaron los tiempos en que las economías emergentes dependíamos del FMI (...). Se terminó una América latina sin voz propia”, sentenció el presidente brasileño. Oyéndolo hablar, viéndolo expresarse, da la impresión de que Lula se siente seguro. Es un hecho que tiene el 80 por ciento de popularidad a la mitad de su segundo mandato y que su país acumula un largo período de cifras macroeconómicas alentadoras.
Se puede decir que lo único que le torció el gesto a Lula recientemente fueron las elecciones locales del pasado 28 de septiembre, donde ninguno de sus candidatos logró imponerse ni en Río de Janeiro, ni en Belo Horizonte ni San Pablo, las ciudades más importantes. La última de esas urbes es la que más le duele porque los paulistas ya le dijeron que no dos veces a su candidata, Marta Suplicy. Ella es una de las favoritas del presidente y éste está empeñado en que logre la alcaldía. Da la impresión de que sin la figura de Lula, el Partido de los Trabajadores (PT) aún es incapaz de andar solo.
A pesar de este escollo doméstico, en el encuentro de ayer con cuatro periodistas en Madrid, Lula afianzó la idea de que Brasil, poco a poco, se está convirtiendo en una potencia emergente regional y global. Sólo ver trabajar al equipo de diplomáticos y asesores que lo acompañan da idea de que Brasilia piensa en grande. Además de marcar el paso en Sudamérica, Lula pretende influir en la marcha de todos. “De España me voy a India y voy a hablar con el primer ministro (Manmohan) Singh sobre la Ronda de Doha, que está paralizada básicamente por un desacuerdo entre EE.UU. e India en agricultura. Le voy a decir que no habrá gesto más positivo para empezar a superar la crisis financiera que concluir la Ronda de Doha.” Lula está convencido de que una mayor apertura del comercio mundial es un buen antídoto contra la crisis. “La ronda de Doha no es un problema económico, es político”, afirmó.
Para Lula, la crisis financiera también es ya una cuestión política y requiere una solución por parte de los dirigentes de Estado. “La crisis ya no es un problema sólo de los bancos, es de los ahorristas. Y cuando es de los acreedores ya es una cuestión de Estado. El Tesoro público de cada país debe garantizar la liquidez para mantener el acceso al crédito y es necesario garantizar los ahorros de la gente”, dijo el presidente.
Lula quiere una nueva regulación del mercado financiero mundial. “Todo ser humano está sometido a reglas o de sus países o de instituciones multilaterales, pero los bancos no. En Basilea (refiriéndose al Banco Internacional de Pagos, el central de los centrales) se decidió que un banco no podía endeudarse en más de 10 veces su patrimonio. En EE.UU. no existía ese límite. Mientras en Brasil ese límite no superaba las 10 veces, en EE.UU. llegaba a 35. La llamada economía de los papeles estaba sometiendo a la economía productiva. Esto se tiene que acabar”, añadió.
Brasil, según Lula, está preparado para hacer frente a la crisis. “Algunos piensan que soy muy optimista –dice–, pero ninguno de nuestros proyectos de infraestructura ha sido cancelado por la crisis. Hace unos días, Petrobras me presentó un proyecto de inversiones por valor de 112.000 millones de dólares hasta 2012. El presupuesto está hecho sobre la base de un barril a 35 dólares. Pronto, seremos uno de los grandes productores de petróleo del mundo.” Brasil también tiene planes para construir una fuerte industria de derivados del petróleo y petroquímica. El presidente contó que se construirán cuatro nuevas refinerías. La última levantada en Brasil data de 1980.
Para proteger toda esta nueva industria petrolera, en especial lo que se producirá en plataformas marítimas –“algunas están a 300 kilómetros mar adentro”, aclara Lula–, Brasil tiene previsto dar un verdadero impulso a su industria naval, recuperarla de su olvido tras casi 40 años. “En los setenta éramos el segundo fabricante naval del mundo, sólo detrás de Japón, y 36.000 personas trabajaban en este sector. En 2003 eran sólo 1900 y ahora hay 40.000 trabajadores. Plataformas petroleras submarinas, que cuestan 2000 millones de dólares y que antes las encargábamos a Noruega, ahora las hacemos en Brasil”, explica.
Brasilia no sólo planea construir barcos petroleros, también militares. Gracias a un acuerdo con Francia, el gigante sudamericano tendrá su primer submarino atómico. El próximo 3 de noviembre, el gobierno presentará su nueva estrategia de defensa. A medio plazo, se sabe que las fuerzas armadas brasileñas contarán con cuatro submarinos y helicópteros, entre otros equipos.
El aumento del gasto militar ha disparado el recelo de los vecinos de Brasil, que tras el rearme venezolano con aviones, navíos y blindados rusos, temen una carrera armamentística en la región. Lula dice que no hay tal carrera y se justifica: “Brasil necesita estar preparado para protegerse de quien sea y tiene 17.000 kilómetros de frontera terrestre y 8000 de costa que salvaguardar”. Recordó, además, que él había propuesto un Consejo de Defensa Sudamericano para luchar conjuntamente contra el narcotráfico, la venta ilegal de armas y proteger las fronteras.
* De El País de Madrid. Especial para PáginaI12.
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