Desde París

El panorama más inquietante se encuentra en que, de manera unánime, los institutos europeos de coyuntura admiten que Alemania, la primera economía de Europa, está al borde de la recesión. Irlanda ya entró en ese túnel, Francia lleva dos trimestres con crecimiento negativo mientras que Italia registra altísimos niveles de pauperización.

Un informe divulgado ayer en Roma por la organización Caritas da cuenta del alcance de la crisis. Según Caritas, 15 millones de italianos carecen de recursos estables para vivir con decencia. Siete millones viven por debajo de la línea de pobreza, es decir con menos 500 euros por mes.

En Gran Bretaña, el desempleo creció a pasos agigantados con casi dos millones de desempleados. Ello representa una tasa de parados del 5,7 por ciento, el porcentaje más alto desde el 2000.

El primer ministro francés, François Fillon, evocó una “crisis profunda y excepcional que repercutirá en el crecimiento y el empleo”. En Londres, el Chatham House, uno de los centros de investigación y análisis más sólidos de Gran Bretaña, hizo un diagnóstico inexorable: “La confianza se ha derrumbado. Pese a los extraordinarios esfuerzos coordinados por los bancos centrales y los dirigentes políticos, que incluyen la recapitalización de los bancos, no es seguro que se puedan evitar nuevas olas de pánico y destrucción”.

El documento lleva el sugestivo título de “Hundimiento sincronizado en la recesión”. Sus previsiones no dejan a ninguna región del mundo al margen del ocaso: “Hasta mediados del 2008, los mercados emergentes permanecían fuertes. Ahora que la crisis se ha agravado, ninguna región permanecerá inmune”. Las “zonas grises” del capitalismo que Nicolas Sarkozy quiere reglamentar ya desplazaron sus sombras sobre las economías del planeta.