En un derroche de optimismo, Luiz Inácio Lula da Silva dijo hoy en su programa semanal de radio que Brasil fue el “último país en sufrir las consecuencias de la crisis financiera internacional y que será el primero en superarla” y aseguró que las cosas comenzarán a mejorar a partir de marzo. El pronóstico del presidente de Brasil está fundado en la envergadura de su mercado interno y, a su juicio, en haber adoptado las medidas correctas.

Un primer indicio de que esa alegría se justifica es el resultado del comercio exterior brasileño, que durante febrero arrojó un saldo positivo de 1767 millones de dólares, revirtiendo el rojo de 524 del mes de enero.

“Estamos teniendo un problema de desaceleración, mientras que el llamado mundo desarrollado, Estados Unidos, Europa y Japón, está sufriendo recesión. Eso significa que Brasil está más preparado para enfrentar la crisis económica internacional.”

En el programa radial Desayuno con el Presidente, Lula aseguró que uno de los principales efectos de la crisis en su país fue la reducción del crédito, algo inmediatamente subsanado con medidas del Central para insuflar liquidez y bajar el costo del dinero. Otra determinación es la de impulsar la ejecución de un programa de obras públicas importante, al que añadirá el anuncio de un plan para levantar un millón de viviendas, vía para estimular la demanda global.

“Todo eso va a contribuir para dinamizar la economía”, se entusiasmó el presidente, para quien la construcción civil crecerá en 2009 a “un ritmo de más fuerte y más poderoso” que el de la recuperación que está impulsando algunos segmentos.

Lula reconoció la preocupación que le generaron los 4300 despidos dispuestos por la fábrica de aviones Embraer, una firma emblemática de Brasil, de indiscutida trayectoria exitosa hasta el momento. Según aseguró el presidente, ya conversó con los conductores de la firma para enterarse de posibles planes para reanimar su producción. En la misma jornada, el titular de la Organización Mundial de Comercio, Pascal Lamy, alabó la decisión de Brasil de dar marcha atrás con algunas medidas proteccionistas en materia de comercio exterior, destacándola como un “verdadero acierto” de la administración de Lula.