ECONOMíA • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Raúl Dellatorre
Encerrado en la discusión de la mayor o menor veracidad de los índices de precios, con funcionarios cuestionados y un secretario de Comercio omnipresente en el organismo convertido en el “enemigo público número uno” por la oposición, el gobierno nacional no podía más que recibir constantes sopapos por “la cuestión Indec”. El cambio de enfoque propuesto ayer por Boudou busca cambiar de escenario la discusión, llevarlo a un debate profesional sobre cuestiones metodológicas que no sólo abarquen lo hecho por la gestión iniciada en febrero de 2007 en el organismo, cuando Moreno empezó a pisar fuerte tras el desplazamiento de Lelio Mármora del Indec. La propuesta de crear un consejo académico que analice lo actuado desde 1999 en adelante es una señal.
La intención de la movida anunciada ayer, en palabras del ministro Amado Boudou, es “poner fin a cualquier controversia sobre las estadísticas” del Indec. Difícilmente lo logre a través de los cambios propuestos, porque los cuestionamientos políticos no sólo se mantienen, sino que se inflan con la ratificación de Ana María Edwin al frente del organismo y el ascenso de Norberto Itzcovich a director técnico, un profesional al que se lo identifica con Guillermo Moreno. En cambio, lo que deja ver la solapa de la carta que el Poder Ejecutivo puso sobre la mesa es que la apuesta viene por el lado de poner en debate todo lo actuado en el Indec no sólo de 2007 hacia acá, sino en los últimos diez años. Contrariamente a la frase que usó Boudou, habría que decir que “la controversia recién empieza”.
Las desprolijidades y controversias políticas más recientes borraron otros pecados más antiguos del organismo estadístico. ¿Qué pasó con el Censo Nacional 2001, tan cuestionado años atrás y cuyos resultados habían generado tantas dudas? ¿Y con el Censo Económico 2004, que pasaron más de tres años antes de que estuvieran disponibles los primeros resultados del mismo? ¿Y qué fue de la encuesta agropecuaria? O bien valdría preguntar, ¿es verdad que la encuesta de hogares 2004/2005 dejó tantas sospechas que sus datos jamás pudieron servir para actualizar los índices? Y hay otros cuestionamientos que les caben a las “viejas” y a las “nuevas” gestiones en estos diez años: ¿por qué nunca se intentó compatibilizar las muestras del Gran Buenos Aires con las del interior del país, tomando muestras representativas en provincias y municipios? Sería saludable que la revisión no se limitara a los índices de precios.
Es fácilmente comprobable que la gestión de los últimos dos años no resolvió estos conflictos, que probablemente los agravó al dejar que se politizaran y promover que el organismo técnico se convirtiera en un terreno de disputa y persecución político-gremial. La manipulación pasó a ser un dato complementario del desorden, porque fue manipular lo que ya desde antes no era confiable. Y alimentó aún más una batalla en la que nadie se salva. Menos, el organismo.
Es cierto, la “solución Boudou” no responde a las expectativas políticas. Pero habrá que valorar en su exacta medida la audaz propuesta de poner en manos de un consejo académico la evaluación técnica del desempeño del Indec. Si ese cuerpo se integra velozmente, será una señal fuerte y una chance de correr el debate a otro terreno. Se presume que la Universidad de Buenos Aires y la de Tres de Febrero adherirán sin condicionamientos. Son dos de las que más desarrolladas tienen las carreras estadísticas. Otras dos que aportarían lo suyo al prestigio del nuevo Consejo son Tucumán y Rosario, esta última muy importante además porque fue cuna de muchos de los técnicos que pasaron por el Indec, incluidos muchos desplazados por la actual gestión.
La comisión gremial interna de ATE-Indec y los trabajadores alineados en este sector rechazan esta propuesta, descalificándola porque ratifica a la actual conducción y encima eleva el rango de Itzcovich. Al flamante director técnico lo condena su presente, en especial su alineamiento con Guillermo Moreno. Pero lo redime su pasado: con 17 años de carrera en el Indec, es un técnico que puede mostrar antecedentes como pocos, especializado en metodología estadística con funciones de jerarquía junto a las conducciones del organismo por más de una década. El Gobierno eligió, para esta etapa, a uno de los suyos, de los que ya estaba. “Pero el mejor”, agregan. Y para dar la batalla técnica, metodológica. Ojalá sus pares académicos lleguen pronto. Y se arremanguen y hagan su tarea: salvar al Indec. Caiga quien tenga que caer.
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