Mar 27.04.2010

ECONOMíA • SUBNOTA  › OPINIóN

Desafío notable

› Por Alfredo Zaiat

El proyecto de ley que aspira a una nueva regulación del sistema financiero es un desafío notable para diferentes fuerzas políticas. Como en pocos casos, se podrá observar el grado de subordinación que expresan hacia un poder que se considera intocable. Se pueden adelantar rechazos encubiertos en frases mediáticas coronadas con la undécima letra del abecedario. De tanto repetir esa estrategia de escrache político, ciertos dirigentes se revelan como militantes de la preservación de espacios de privilegios de grupos económicos. Con los bancos será una tarea más ardua, aunque ese trabajo sucio no significará necesariamente su inhibición. La ley de Martínez de Hoz, que en 1977 liberalizó el funcionamiento del negocio bancario, registró desde entonces una sucesión de crisis, quiebras y estafas a ahorristas hasta la suprema defraudación del corralito y corralón. Los frentes de las entidades tapiadas para defenderse de la ira de depositantes han sido la prueba más contundente de las consecuencias negativas de una actividad que aún sigue regulada por una norma de la última dictadura.

La extraordinaria debacle de 2001 ofrecía en los primeros años de la recuperación de la estabilidad la oportunidad de avanzar en la necesaria reforma financiera. La administración kirchnerista optó por embestir otros frentes, decisión que la perspectiva histórica permitirá evaluar. Los bancos registraron una mejora impensada, tanto en la confianza de los mismos ahorristas que habían padecido el congelamiento de sus depósitos como en los resultados de sus balances. El sistema contabilizó utilidades crecientes, hasta alcanzar los 8048 millones el año pasado, 70 por ciento por encima de las registradas en 2008.

No se aprovechó una coyuntura local inmejorable para alterar el funcionamiento de un sistema financiero al servicio de esquilmar a sus usuarios, despreciar el aparato productivo y capturar el dinero de los ahorristas para el juego especulativo. Ahora se presenta una segunda chance, esta vez por el derrumbe del Muro de Wall Street que dejó en evidencia que el sistema financiero desregulado es un potente perturbador de la estabilidad económica global. El contexto internacional brinda un escenario favorable para esa transformación.

La tenaz resistencia del mundo de las finanzas a la reforma que impulsa Barack Obama, que tiene su expresión en las fuerzas políticas conservadoras en el Congreso, es una interesante referencia para estar atentos a las reacciones que provocará aquí el proyecto presentado ayer. En estos días de excesiva sensibilidad, será una prueba de identificación reveladora saber cómo lo votará cada uno de los legisladores, sin que esto se confunda con esa corriente vulgar que asimila a escraches toda observación sobre el comportamiento de personas públicas.

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