ECONOMíA • SUBNOTA › RESPUESTA ANTE LA OFENSIVA FLEXIBILIZADORA
› Por David Cufré
Desde Vancouver
El segundo congreso de la Confederación Sindical Internacional (CSI), que termina hoy en esta ciudad, adquirió una trascendencia especial a partir de la crisis europea y la aplicación de duras medidas de ajuste fiscal y flexibilización laboral en buena parte de ese continente. Dentro del G-20, que este fin de semana tendrá su propia cumbre en Toronto, y organismos como el FMI, se alzan voces para extender esas políticas al resto del mundo. El encuentro sindical es una respuesta a esa ofensiva, que encuentra a la Argentina y a América latina en general revirtiendo las consecuencias de la aplicación de medidas muy similares a aquellas en la década del ’90.
El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, quien acompaña a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en este congreso sindical, estuvo la semana pasada en Ginebra, en la 99 conferencia de la OIT, y allí hubo un anticipo de las críticas de las centrales sindicales a los recortes masivos de derechos de los trabajadores. Las cámaras empresarias, en especial de los países europeos, respondieron que las medidas son fundamentales para revertir la crisis, justificando que los mayores costos recaigan sobre los sectores asalariados. “Cuando se quitan derechos adquiridos a los trabajadores no abundan las advertencias por la falta de seguridad jurídica”, reflexionó el funcionario ante este diario. Los reproches a medidas como el aumento de la edad jubilatoria en países como España, Grecia y Francia fueron insistentes durante las audiencias de la CSI.
Al congreso de la mayor central gremial internacional también vinieron delegaciones de la CGT y la CTA. En el primer caso, la encabeza su secretario general, Hugo Moyano, quien viajó en el avión que trajo aquí a la Presidenta y seguirá en la comitiva oficial que irá a Toronto para participar del encuentro del G-20. Otros dirigentes de primera línea de la CGT que asisten a la cumbre sindical son Gerardo Martínez, Omar Viviani y Juan Carlos Schmid. La CTA está representada por su número dos, Pedro Wasiejko, y un dirigente histórico como Carlos Custer. Hugo Yasky, su titular, resolvió permanecer en Buenos Aires para atender a la dura interna que deberá definir al próximo secretario general de la CTA.
La CSI surgió en 2006 como resultado de la fusión de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (Ciosl), de orientación socialdemócrata, y de la Confederación Mundial del Trabajo (CTM), de extracción socialcristiana. La primera había sido fundada en 1949 y la segunda en 1920, bajo distintas circunstancias de la política internacional del siglo XX, mientras que la tercera central, la Federación Sindical Mundial, de origen comunista, se mantiene independiente. La CGT fue un miembro activo de la Ciosl, una organización que representaba el modelo de estado de bienestar europeo, mientras que la CTA se había incorporado a la CTM. Después de la caída del Muro de Berlín y ante el proceso de concentración mundial económica que supuso la globalización, las centrales obreras llegaron a la conclusión de que para hacer frente a ese poder creciente del capital debían unirse.
Guy Ryder es presidente de la CSI desde 2001 y ha tenido una relación fluida con la Presidenta. “Ryder elogió mucho a Cristina el año pasado cuando participó de la cumbre de la OIT. Ella habló en un panel de alto nivel con Sarkozy y Lula sobre las distintas respuestas a la crisis. Fue ahí cuando planteó lo que sería la política argentina frente al descalabro financiero: mantenimiento del nivel de actividad, preservación del vínculo laboral, un rol muy activo del Estado y de su capacidad de inversión, y una defensa dentro de las reglas mundiales del comercio de la producción nacional”, recordó Tomada.
La sucesora de Ryder será a partir de hoy Sharan Barrow, una dirigente sindical australiana. Algunas organizaciones sindicales de América latina hicieron conocer internamente su malestar por esa designación, debido a que reprochan a las organizaciones sindicales de origen sajón una actitud demasiado contemplativa con los gobiernos europeos que están imponiendo el ajuste y la flexibilización laboral. La CSI es controlada por las naciones europeas, tal como ocurre con organismos multilaterales como el FMI y el Banco Mundial, que también son dominados por los países centrales.
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