ECONOMíA • SUBNOTA › CONCLUSIONES DE UN DOCUMENTO DE LA UNCTAD
› Por J. L.
Fortalecer el mercado interno, poner el empleo como prioridad, mejorar los salarios reales y tender a una distribución progresiva del ingreso para impulsar la actividad económica. Esa es la fórmula que presentó un organismo de las Naciones Unidas, la Unctad (ver nota central), como estrategia frente al actual contexto de globalización, sobre todo para los países en vías de desarrollo. Fue durante la presentación del informe “Empleo, Globalización y Desarrollo”. También se advirtió sobre las “limitaciones” de las estrategias de crecimiento basadas en las exportaciones y el carácter “frágil e irregular” de la recuperación de la crisis internacional.
“Hay una ruptura con la ortodoxia, ya que quedó demostrado que desde los años ’80 la reducción en el salario real, en lugar de estimular la creación de empleo, provocó desempleo a través de la caída en la demanda agregada”, manifestó el oficial principal de Asuntos Económicos de la Unctad, Alfredo Calcagno.
El informe describe un horizonte gris en el comercio internacional. “El consumo de los hogares en China no es más que una octava parte del de Estados Unidos, que dejó de incentivar la demanda vía endeudamiento”. Es decir que el país asiático no será la locomotora del crecimiento mundial, mientras que las economías industrializadas con mayores excedentes, como Alemania y Japón, no están llevando a cabo programas de estímulo para impulsar la demanda interna. Como “el crecimiento de los países subdesarrollados liderado por las exportaciones encontrará dificultades”, el documento remarca la importancia de incentivar al mercado interno como motor del crecimiento. En referencia a los paquetes de estímulo de los países centrales, advierte sobre la “falta de coordinación de los países del G-20, con el riesgo de que retornen los desequilibrios globales”.
Calcagno mostró que entre 1980 y 2002 en América latina el PIB per cápita se estancó, al tiempo que aumentó el desempleo y bajó la productividad media. Todo ello viene a contradecir los postulados ortodoxos que aseguran que la flexibilización laboral y la baja de salarios estimularía el traspaso hacia tecnologías más “trabajo intensivas”, aumentando el empleo por parte de las empresas. El economista, con un perfil keynesiano, resaltó que, en cambio, aquellas políticas regresivas deprimen la demanda. “Los empresarios no miran el salario para contratar trabajo, sino que lo deciden a partir de las futuras ventas que proyectan”, manifestó. Desde 2003 y de la mano del crecimiento de la economía mundial, estas tendencias respecto del empleo se desaceleraron o se revirtieron sólo muy parcialmente.
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