ECONOMíA • SUBNOTA › IDAS Y VUELTAS EN LA RELACIóN CON EL CLUB
El Club de París, con el que Argentina apunta a alcanzar un acuerdo por su deuda, es un consorcio integrado por diecinueve países desarrollados, que actúan en forma conjunta para renegociar con sus deudores. Tiene su sede en la capital francesa, de ahí su nombre, y está conformado por Alemania, Japón, Holanda, Italia, España, Estados Unidos, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Irlanda, Noruega, Rusia, Reino Unido, Suecia y Suiza. No obstante, cerca del 90 por ciento de esta deuda argentina se encuentra repartida entre seis países: Alemania, Japón, Holanda, Italia, España y Estados Unidos.
El Club se creó a instancias de los países europeos, en 1956 para reclamarle justamente a la Argentina, una deuda por 700 millones de dólares. Con el paso de los años las renegociaciones oficiales se fueron acumulando –fueron al menos nueve–, hasta que en diciembre de 2001 el entonces presidente Adolfo Rodríguez Saá anunció el default de la deuda pública argentina, incluyendo el pasivo con este foro de naciones.
Durante la presidencia de Néstor Kirchner comenzaron los primeros contactos para regularizar los pagos. El entonces presidente del Club, el francés Jean-Pierre Jouyet, visitó el país en diciembre de 2004, pero aclaró que su viaje no formaba parte de una negociación porque eso recién iba a ocurrir cuando Argentina concretara su acuerdo con los acreedores privados. “Es una regla clásica del Club, no es un chantaje hacia Argentina”, aseguró.
Luego de que el país concretara su primer canje de deuda en 2005 y le pagara al FMI en diciembre de ese mismo año, comenzó formalmente la negociación. En noviembre de 2006, la entonces ministra de Economía Felisa Miceli envió una carta a la entidad donde dejó sentada la intención de iniciar un diálogo “que permita una rápida normalización de las relaciones financieras”, pero en ese momento apareció en escena el otro impedimento que bloqueó, hasta ahora, la resolución del tema. El Club exigía a los países endeudados presentar un esquema de sustentabilidad de su deuda y el compromiso de adoptar políticas que aseguren su repago en el tiempo, en el marco de un acuerdo con el FMI.
El gobierno argentino rechazó esa exigencia y no hubo avances hasta que el 2 de septiembre de 2008, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció que se cancelaría la deuda, por 6706 millones de dólares, con la utilización de reservas de libre disponibilidad del Banco Central. Luego, el estallido de la crisis internacional y la agudización de las dificultades crediticias en todo el mundo llevaron a la Argentina a postergar la decisión, ante la necesidad de preservar sus reservas.
A comienzos de este año, el diálogo se reactivó, luego de que Argentina cerrara el segundo tramo del canje con los privados. “Son alrededor de 7500 millones de dólares de deuda, pero es un número que hay que revisarlo muy bien, porque incluye intereses punitorios”, adelantó el ministro de Economía, Amado Boudou, en abril. La última novedad se conoció el sábado 6 cuando el ministro le reveló a Página/12 en una entrevista exclusiva que se estaba avanzando en un esquema que no contemplaría la participación del FMI. Eso llevó a algunos medios a especular con que Argentina llevaría el tema a la reunión del G-20 del jueves y viernes pasado, pero Cristina Fernández de Kirchner informó ayer que el Club de París ya les había enviado una carta el martes pasado anunciando que aceptaba renegociar sin la intervención del FMI, aunque recién ahora se reveló la información.
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