ECONOMíA • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Débora Giorgi *
El 2010 ha sido trascendente para la consolidación del Mercosur. Durante la presidencia pro-témpore a cargo de Argentina, que finalizó en la cumbre de San Juan en agosto pasado, se resolvieron cuestiones sustanciales que estaban pendientes desde hacía más de seis años. El desafío que comenzamos a transitar a partir de la 40ª Cumbre del Mercosur en Foz do Iguazú es capitalizar las oportunidades que nos ofrece el nuevo escenario internacional, que nos empuja a tener un Mercosur con una integración cada vez más profunda.
Hay un camino recorrido en la consolidación comercial e institucional del bloque. Ahora la integración productiva es el mecanismo para que el Mercosur pueda superar las materias pendientes, como distribuir de manera más equitativa los beneficios de la unión aduanera. Contamos con los recursos naturales y humanos necesarios, y tanto los gobiernos como los empresarios de todos los países asociados debemos buscar la complementariedad y la especialización. Tenemos la misión de avanzar sobre lo mucho que ya hemos hecho y lograr que nuestros aparatos productivos se transformen en verdaderas cadenas de valor regionales con proyección global.
Durante este año, bajo el mandato de Cristina Fernández de Kirchner, el Mercosur alcanzó logros históricos, como la aprobación del código aduanero –que hace a la esencia de una unión aduanera–, la eliminación del doble cobro del arancel externo común, la distribución de la renta aduanera entre los países del bloque y el relanzamiento de las negociaciones con la Unión Europea.
El Mercosur atravesó con solvencia la peor crisis de los últimos 75 años, que castigó con dureza a los países desarrollados: nuestros países gozan de una excelente salud y estamos cada vez más integrados en busca del objetivo común, que es crecimiento y desarrollo para todos nuestros ciudadanos.
El nivel de acuerdos y de entendimiento entre todos los países asociados convierte al Mercosur en algo más que un espacio comercial o aduanero, en un enclave político, un bloque regional con economías absolutamente complementarias que deben cada vez agregar más valor a sus recursos para poder generar mayor trabajo y, por lo tanto, mayor equidad.
Y no se trata solamente de impulsar el intercambio comercial hacia el interior del Mercosur, sino de salir como bloque a competir en otros mercados del mundo, articulando las fortalezas de cada uno de los miembros. No queremos volver a la primarización en nuestras exportaciones, sino que el desafío es seguir agregando valor a nuestra producción.
La integración productiva con Brasil, nuestro mayor socio comercial, ya cuenta con proyectos concretos de complementariedad y asociatividad entre empresas de ambos países de variados sectores productivos, como por ejemplo madera y muebles, vinos, lácteos y automotor, entre otros.
Hemos avanzado también en la integración entre empresas argentinas y uruguayas de los sectores metalúrgico, autopartista, naval, textil, vitivinícola y tecnología, las que acordaron estrategias conjuntas de asociatividad y complementación productiva.
Debemos focalizarnos para multiplicar la cantidad de pymes, porque son las que van a hacer más denso el tejido productivo bilateral y mejorar las ganancias y la distribución del ingreso. Además, la integración productiva nos permite completar la cadena regional para competir en el nuevo escenario internacional, y para eso todos los países miembros del Mercosur son socios estratégicos.
* Ministra de Industria de la Nación.
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