En la edad de oro de los ferrocarriles en manos del Estado, el sistema llegó a tener 60 mil propiedades, 220 mil empleados, 37 talleres con miles de máquinas y repuestos, más de tres mil locomotoras, 60 mil vagones, 1600 estaciones. La sindicatura de empresas públicas (hoy Sigen) tasó por última vez el patrimonio en 1988: superaba los 35 mil millones de dólares. En los ’90, durante el gobierno de Carlos Menem, los ferrocarriles fueron privatizados, siguiendo los planes del Banco Mundial. La red ferroviaria se redujo en un 50 por ciento. Un millón de durmientes se vendieron entre 0,80 y 1,20 peso, cuando su precio real era de 17 dólares cada uno. Se vendieron vagones a 200 pesos y coches de pasajeros completos a 1000 pesos. En el 2000, José Luis Machinea liquidó lo que quedaba de Ferrocarriles Argentinos por apenas 300 millones de dólares.