ECONOMíA • SUBNOTA › ARGENTINA DEFENDIó LAS LICENCIAS NO AUTOMáTICAS
› Por Javier Lewkowicz
El Ministerio de Industria hizo hincapié en la negociación frente a Brasil que las medidas de administración de comercio aplicadas son paliativos para superar una situación estructural de asimetría entre las industrias de ambos países. En su primera carta dirigida a la ministra Débora Giorgi, el titular de la cartera de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil, Fernando Pimentel, destacó la molestia por las trabas comerciales en los sectores de maquinaria agrícola y baterías. Página/12 dialogó con representantes locales de ambos sectores.
La maquinaria agrícola es un segmento de bienes de capital muy perjudicado por la política económica en los ’90. Según datos de la Cámara de Fabricantes de Maquinaria Agrícola (Cafma), las empresas que actúan en el mercado local son en general de capital nacional y de tamaño medio o pequeño. En el caso de los tractores, de las veinte fábricas en 1987, sólo quedan cuatro en la actualidad, que producen unas dos mil unidades anuales para un mercado interno de cinco mil. Por su lado, las multinacionales instaladas en Brasil producen 75 mil tractores, de los cuales 50 mil se consumen de forma interna, con un saldo exportable de 25 mil. Una situación similar se verifica en cosechadoras.
“Si les abrimos la entrada, no queda en pie ni una fábrica”, indicó José María Alustiza, titular de Cafma. El empresario admite que las LNA demoran más que los 60 días permitidos por la Organización Mundial de Comercio (OMC). “El esquema afecta a seis multinacionales que presionan a su gobierno. Están enojados, pero tienen una capacidad de producción mucho mayor que la industria local, tienen ventajas impositivas, pueden acceder a la chapa sin precios monopólicos y crédito fácil. Nosotros tuvimos diez años de castigo con la convertibilidad y Siderar pone los precios que quiere”, agregó Alustiza.
En el caso de baterías para autos, las empresas de ambos países acordaron desde 2005 respetar un cupo anual de importación desde Brasil. Según Juan Hazaña, titular de Cafae, cámara que agrupa a los fabricantes locales, “el esquema funcionó hasta 2009, cuando Brasil tenía sobrantes y sólo en el primer cuatrimestre entraron 340 mil baterías, sobre un total previsto para el año de 850 mil. Como los brasileños se negaron a compensarlo, en el segundo semestre se comenzaron a aplicar LNA”. Ese sector también fue castigado en los ’90, con una merma en la cantidad de empresas, de 63 a 23. Hazaña destacó que los brasileños tenían una participación de mercado del 62 por ciento en 2001 y que en 2010 ese ratio bajó al 25 por ciento. “En lo que va de 2011 están manteniendo una participación similar, pero aún protestan. Son empresas muy grandes que tienen gran poder de lobby . Una compañía de origen estadounidense produce allí 550 mil baterías por mes, cuando el mercado argentino es de 330 mil”, dijo.
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