ECONOMíA • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Agustín Rossi *
El plan de construcción de nuevas viviendas lanzado por la Presidenta es, por sus metas, el más ambicioso que haya conocido la Argentina en las últimas décadas. Prevé la construcción de 400.000 nuevas viviendas en un plazo total de cuatro años, con un enorme impacto en la actividad económica y una perspectiva de crear cien mil puestos nuevos de trabajo en forma directa en el primer año de implementación. Sin lugar a dudas, podemos estar en presencia de una política pública que, por sus alcances, marque un antes y un después en la participación estatal en la promoción del acceso a la vivienda.
Los elementos más destacables del plan son los siguientes:
- Garantiza que las tierras fiscales (en la órbita del estado nacional) pasen a manos de los argentinos que las necesitan para su primera vivienda, pudiendo acceder a ellas por mecanismos transparentes y precios razonables, alejados de la especulación financiera que existe sobre la tierra.
- Prevé herramientas crediticias con montos máximos y tasas de acuerdo con cada estrato de ingreso familiar.
- Favorece la construcción de viviendas a precios razonables sobre terrenos propios.
- Ayuda a sostener la actividad y el empleo en medio de una coyuntura internacional cada vez más compleja.
- Promueve sinergias entre fondos públicos (Anses y del Tesoro Nacional) con gerenciamiento privado a cargo del Banco Hipotecario.
El anuncio asume que a medida que la Argentina fue dando pasos en la inclusión social y laboral y, al mismo tiempo, los argentinos fueron mejorando progresivamente sus ingresos, aparecen con mayor fuerza nuevas necesidades a atender y nuevos derechos a garantizar. Como decimos siempre: profundizar el modelo y sintonía fina van de la mano.
En el 2001, millones de argentinos solo planteaban el acceso a un bolsón de alimentos, renunciando prácticamente al sueño del trabajo. Desde el 2003, muchos argentinos consiguieron trabajo y empezaron a soñar con mejores salarios. Tras nueve años de crecimiento ininterrumpido y negociaciones colectivas, aparecen nuevas demandas sociales. En una Argentina donde la movilidad social ascendente es posible, es lógico que los que tienen trabajo aspiren a la vivienda propia. La decisión de la Presidenta va en el sentido correcto, interpretando, una vez más, las necesidades y sueños de los argentinos.
* Jefe del bloque de diputados del Frente para la Victoria.
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