El 3 de mayo de 2012, YPF volvió a ser controlada por el Estado argentino. Dos semanas antes, Cristina Fernández de Kirchner había decretado la intervención de la compañía administrada por Repsol y envió al Congreso el proyecto para expropiar el 51 por ciento de las acciones de la compañía más grande del país. La decisión estuvo fundamentada en el predatorio comportamiento de la petrolera española, pero la iniciativa era más amplia y ambiciosa: declaró de interés público nacional el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos, así como la explotación, industrialización, transporte y comercialización de hidrocarburos, permitiendo la recuperación de la capacidad de regulación e intervención del Estado sobre el conjunto de las petroleras que operan en el país.

“No estamos ante un hecho inédito, en América latina somos el único país que no maneja sus recursos naturales”, afirmó la Presidenta en abril del año pasado, cuando anunció el envío del proyecto de expropiación de YPF. La mandataria justificó la medida por la caída de la producción y las reservas que se produjo desde la privatización de la compañía en 1999. “El modelo que hemos elegido no es de estatización porque seguimos conservando la forma de sociedad anónima. Vamos a hacer una conducción de la empresa absolutamente profesionalizada”, prometió CFK en ese momento.

El proyecto del Gobierno cosechó en la Cámara de Diputados 208 votos a favor, 32 en contra y 5 abstenciones, un fuerte respaldo al que aportaron los diputados kirchneristas y sus aliados más fieles –Nuevo Encuentro, el Frente Cívico santiagueño y el interbloque comandado por el MPN–, la mayoría del radicalismo, todo el Frente Amplio Progresista, Proyecto Sur, un puñado de cívicos y peronistas federales, varios bloques provinciales y monobloques. En contra sólo se pronunciaron el macrismo y la mayoría del peronismo anti-K. Elisa Carrió se abstuvo. “La meta es recuperar la soberanía energética, para eso recuperamos YPF”, expresó CFK el miércoles pasado, cuando regresó a la Casa Rosada para encabezar la jura de sus nuevos ministros.