ECONOMíA • SUBNOTA › ESTABILIDAD Y EXPECTATIVAS, OBJETIVOS DE ECONOMíA
› Por Javier Lewkowicz
El nuevo acuerdo tiene diferencias con respecto a las iniciativas en materia de precios que se llevaron a cabo en 2013. En primer lugar, no se trata de un congelamiento, como el Gobierno se encarga de subrayar siempre que puede. Es un punto central, porque la evaluación que hace es que, a medida que aumenta el desfasaje de los precios acordados frente al resto de los productos, disminuye la efectividad de la medida, porque la oferta, cuando aparece, vuela. Ejemplos claros son el azúcar Dominó o los aceites a precio preferencial, que en la nueva lista directamente empiezan con importantes subas desde ese precio “teórico”. Algo similar ocurrió con los 500 productos del congelamiento, donde al final las maniobras de fraude de supermercados y de la industria fueron moneda corriente para “saltar” la medida y evitar poner en góndola artículos donde perdían dinero.
“El esquema de Precios Cuidados es flexible y transparente. Habrá una política de estabilidad que admitirá cambios justificados. Aspiramos a ir actualizando los precios para que reflejen las variaciones de los costos. Eso requerirá mucho diálogo, monitoreo y control permanente. El acuerdo va a emitir señales en materia de expectativas de precios hacia todo el universo de productos”, dijo el secretario de Comercio, Augusto Costa.
El Gobierno quiere que los precios del acuerdo suban de manera controlada y uniforme para que ordenen productos que no están acordados pero que sí están vinculados. Costa puso el ejemplo del impacto que puede tener el precio acordado del sachet de leche descremada en la leche entera de la misma marca y en las otras marcas. “Uno de los principales problemas que tiene el consumidor para tomar decisiones es la enorme dispersión de precios que existe entre distintas empresas e incluso en sucursales de la misma firma. Esa dispersión supone una falta de referencia, la cual podrá generarse a partir de la canasta de productos del acuerdo. A partir de ahora la referencia será unívoca”, vaticinó. Para lograrlo, la oferta de los productos del acuerdo en las góndolas y la comunicación de la medida dentro del supermercado tendrá mucho por mejorar, indican especialistas.
Costa respondió ayer a las críticas que cayeron sobre productos que no están en la lista. “No hace falta poner 50 variedades de un producto. No es necesario que estén los 60 mil productos del supermercado. La canasta elegida manda señales y referencias a todos los demás productos”, indicó.
“Si la mermelada de naranja no está en el acuerdo pero sí está la de ciruela, ambos precios deberán guardar alguna relación. Y si la de naranja está un 20 o 30 por ciento más cara, el consumidor sabrá que está pagando esa diferencia sólo por ese gusto determinado, no como ahora que no existen referencias. Una cosa es pagar más por sabores o nutrientes y otra es hacerlo porque hay desabastecimiento”, graficó el secretario.
Son declaraciones críticas en forma implícita a la gestión de los acuerdos anteriores de precios y también al accionar de supermercados e industriales, que lo escuchaban en la misma sala. Otra novedad de este acuerdo es la institucionalidad, por la firma de compromisos. Como señal, ya fueron dos los actos públicos con funcionarios y empresarios para explicarlo. Sin embargo, no fueron explicitadas qué sanciones el Gobierno aplicará en caso de incumplimiento de la industria o de los supermercados.
El Gobierno prevé que la demanda de los productos del acuerdo va a crecer por encima del resto. Costa indicó que está trabajando con el sector privado para que exista suficiente capacidad de producción, distribución y comercialización.
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