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Las mil y una noches

- Gran Bazar: El histórico e inmenso mercado que abrió sus puertas a fines del siglo XV recibe hasta 400 mil visitantes por día. Cada local tiene su estrategia para seducir clientes. Algunos vendedores regalan muestras gratis de delicias turcas o invitan un té sin compromiso de compra. Otros se lanzan sobre los consumidores para proponerles un extenso regateo (los precios bajan, como mínimo, 30 por ciento) y también están quienes esperan adentro del comercio. Los productos que se venden en las tiendas se repiten, pero de vez en cuando es posible toparse con algún local diferente.

- Creer o reventar: Las alfombras turcas gozan de renombre internacional como las belgas y paquistaníes. Los grandes negocios a la calle suelen contar con espaciosos ambientes que les permiten rápidamente mostrar la mercadería. Los precios de las alfombras de buena calidad empiezan en 50 dólares. No hay techo sino records. “La alfombra más cara que vendí fue una por 250 mil dólares. Fue a Bill Clinton y no me dejó propina”, cuenta Mustafá, uno de los vendedores en una casa ubicada sobre la calle Nuruosmaniye.

- Minaretes: Cinco veces al día las torres ubicadas al lado de las mezquitas realizan las tradicionales llamadas a las oraciones. Los minaretes están por toda la ciudad y utilizan megáfonos para informar la llegada del momento de rezar. Cuando Santa Sofía dejó de ser una iglesia para convertirse en mezquita, los otomanos rodearon la estructura con cuatro minaretes. En la actualidad la estructura funciona como museo y no ofrece ningún tipo de servicio religioso. Sin embargo los megáfonos en los minaretes participan a todo volumen de la convocatoria a rezar.

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