Motolandia: El 82 por ciento del parque automotor en Indonesia está compuesto por motos. Son más de 80 millones de unidades y su dominante presencia se nota desde temprano. Cruzar calles y callejones donde no hay semáforos puede ser un desafío que exige al peatón confiar en la bondad y habilidad del conductor. Si bien el país crece a un ritmo superior al 4 por ciento, la desaceleración de la economía indonesia comienza a reflejarse en el mercado de las motos. El mes pasado las ventas cayeron 15 por ciento en términos interanuales cuando se patentaron “tan solo” 603 mil unidades, el triple de las ventas que acumularon los concesionarios argentinos entre enero y septiembre.

Puestitos callejeros: La gastronomía de Yakarta se inserta en la picante tradición del sudeste asiático. Los warung o masakan Madang son los puestos callejeros donde por menos de 2 dólares es posible comer un abundante plato de Nasi goreng o arroz frito con verduras, huevo y pollo. Hay versiones con fideos fritos y abundantes sopas indescifrables. De noche los puestos de comida se multiplican y aparecen unas “carpas” callejeras que venden comida frita (pescado, pato o pollo) acompañado por arroz o los puestitos de sates, las brochettes de carne a las brasas marinada con salsas, que aromatizan las calles de Yakarta.

Sin memoria, verdad y justicia: En 1965 el jefe del ejército, el teniente general Suharto, llevó adelante un golpe de Estado contra el gobierno populista del padre de la independencia nacional, Sukarno. Con la excusa de evitar una toma de poder comunista asesinaron a más de 500 mil personas que supuestamente eran simpatizantes del PKI. A 50 años, el genocidio es un tema tabú silenciado a la fuerza. El domingo en Sumatra del Este, las autoridades deportaron a Tom Iljas, de 77 años, un sobreviviente de las masacres, hoy con nacionalidad sueca, que viajó a su tierra natal para hallar la fosa masiva donde podría encontrarse el cuerpo de su padre.