La presentación judicial ante un tribunal de Nueva York para determinar si el FMI debe ser considerado un acreedor privilegiado de la Argentina (y de cualquier otro país) sigue generando polémica. Claudio Loser, un argentino que ocupó durante años una destacada posición en el organismo de crédito, consideró que si la Justicia estadounidense decidiera igualar a los acreedores privados con el FMI, “se perjudicarían todos los países deudores del mundo”. De pronto, el Fondo se encuentra cuestionado por los mismos tenedores de bonos en default a los que defiende. La férrea negativa del gobierno argentino a incrementar sus pagos a los acreedores hizo que éstos reorientaran sus cañones, apuntando también al FMI por su carácter de acreedor privilegiado. Loser prefiere que la discusión se dé en los términos anteriores. Es decir, que los bonistas y el Fondo presionen juntos a la Argentina para que pague más. “La Argentina necesita flexibilizar su oferta porque de lo contrario los acreedores van a seguir protestando y poniendo presión”, señaló el economista. Por su parte, el ex secretario de Finanzas de Roque Fernández, Miguel Kiguel, consideró que si el juez Thomas Griesa de Nueva York resolviera que el FMI no debe ser considerado acreedor privilegiado, “sería una amenaza importante para el sistema financiero internacional, porque no se sabrá si este organismo podrá actuar como prestamista de última instancia”. “Nadie discute que el FMI es un acreedor privilegiado porque muchas veces ha servido de prestamista de última instancia”, concluyó el ex funcionario.