La cantidad de espectadores en las 191 salas cinematográficas en los shoppings de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense se ubicó en agosto en 1.420.183 individuos, con un retroceso del 21,8 por ciento respecto del mismo mes del año pasado. Así lo informó ayer el Indec. El número de personas que asistieron al cine fue más bajo también que en agosto de 2014, cuando se anotaron 1.605.220, al tiempo que en 2015 la cifra fue de 1.816.046. Las familias se vieron obligadas a recortar gastos por efecto de las fuertes remarcaciones en los productos de primera necesidad, en particular, alimentos, el ajuste en las boletas de los servicios públicos y la dificultad para actualizar los ingresos a igual ritmo que la inflación.

Los funcionarios de Cambiemos, pese a los datos duros de la economía, se niegan a aceptar que en 2016 hubo un retroceso en el consumo de la población. El presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, es uno de los ejemplos más claros. Esta semana en una conferencia de prensa se detuvo cinco minutos a tratar de convencer al auditorio acerca de que la demanda de la población había crecido en la primera parte del año. Este diario le consultó si se refería al consumo de los ricos, puesto que con la caída del salario real y el aumento del desempleo no es posible que el consumo de trabajadores y sectores de ingresos fijos haya aumentado. El titular del Central, molesto, respondió que sólo le interesaba remarcar que hubo aumento del consumo agregado y no detenerse a indagar en cómo se generó. Es el relato.