ECONOMíA
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Siempre ganan los mismos
› Por Alfredo Zaiat
Taxis y camiones de caudales haciendo intransitables las angostas calles. Largas colas en los cajeros de bancos tapiados. Algunas de esas máquinas muestran el letrero que no hay dinero disponible, y otras escupen pocos billetes. Viernes 19.30, en la City, el espectáculo es del sálvese quién pueda de este barco que se hunde. Durante todo el día, bancos alimentando rumores sobre la solvencia de otras entidades. El dólar trepando por encima de los 3,30. El Scotiabank suspendido. Feriado bancario y cambiario por tiempo indeterminado. El clima de histeria y de angustia ante la sensación de abismo resulta la mejor receta para asustar a legisladores y ahorristas defraudados para conseguir el consentimiento y una celerísima aprobación del Plan Bónex II.
Como antes con el corralito y ahora con la reedición del canje de plazos fijos por bonos, la banca es la que define las medidas y los funcionarios de turno quienes las implementan. Sin ánimo de alimentar el pánico, lo cierto es que todos los bancos desde el punto de vista técnico están quebrados o casi quebrados. Un Estado también quebrado, con una sociedad de excluidos que reclama, al menos, una mínima asistencia, no está en condiciones de asumir el costo para el salvataje de todos los bancos. Para no quedar fuera de ese necesario socorro es, precisamente, la banca extranjera la que está liderando la operación rescate Bónex II.
La mayoría de esas entidades tienen activos mundiales que superan el Producto Bruto de Argentina. Pese a ello exigen que sea este país empobrecido el que asuma la responsabilidad de cumplir con sus clientes, a quienes defraudaron en su confianza. Si bien el equipo económico puede argumentar que el saldo de ese salvataje generalizado no implicaría un aumento de la deuda, debido a que rescatará bonos públicos en poder de los bancos, los ganadores de ese trueque son las entidades financieras. Todas, incluyendo las extranjeras. Y nuevamente pierden los ahorristas. ¿No debería ser al revés?
Los bancos limpian de sus balances los pasivos que constituyen los plazos fijos de ahorristas acorralados, sacándose así el problema de encima, cuando era su responsabilidad responder por esas obligaciones. A la vez, también se desprenden de activos depreciados, como son los papeles de deuda pública de un país que declaró su cesación de pagos.
El saldo de este salvataje refleja cómo se distribuye de la peor forma los costos de una reestructuración productiva y financiera que deriva deuna crisis. El Estado en default cambia de acreedor, de bancos a pequeños y medianos ahorristas, quedando sí como el responsable de cumplir compromisos que le corresponderían a otros. Los ahorristas reciben papeles a diez años de un país en cesación de pagos. Y los bancos quedan limpios: sin depositantes molestos que quieren su dinero y sin activos públicos devaluados. ¿Qué duda cabe quiénes son los ganadores con el Plan Bónex II?
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