Jue 24.08.2006

ECONOMíA • SUBNOTA  › LA URGENCIA POR AUMENTAR LA OFERTA ENERGETICA

Decisiones tomadas en el límite

› Por Raúl Dellatorre

El Ministerio de Planificación sumó ayer otro megaproyecto, la terminación de Atucha II, al cuarteto de obras con el que espera revertir en no más de cuatro años el déficit energético que amenaza provocar una crisis que, hasta ahora, se eludió jugando al límite. Junto a la ampliación de Yacyretá y las dos centrales térmicas cuya licitación se lanzó la semana pasada, la reanudación de las obras para la finalización de la tercera central nuclear representa la ambición de incrementar en un 15 por ciento, aproximadamente, la capacidad instalada de generación eléctrica de aquí a 2010. Es lo que estaba previsto en el plan de obras 2004/2008, que con evidente demora se busca poner en marcha.

La intención de retomar el Plan Nuclear, a partir de la terminación de Atucha II y sus respectivas obras complementarias –reactivación de la planta de agua pesada y del proyecto de enriquecimiento de uranio, principalmente–, ya había sido adelantada hacia fines de 2003, pero recién ahora se logró cerrar los distintos aspectos del proyecto. Fundamentalmente, el armado de la unidad de negocios y la firma de los contratos principales para el montaje electromecánico, corazón del emprendimiento. “En tres años se avanzó apenas el equivalente a la tarea de unos pocos meses; todavía son necesarios cuatro años para llegar a la puesta en marcha”, señaló a Página/12 Hugo Palamidesi, presidente de la Asociación de Profesionales de la Comisión Nacional de Energía Atómica y la Actividad Nuclear.

Aunque las distintas piezas que componen el armado de Atucha II parecerían estar acomodadas, hay definiciones de orden político de las que aún se desconoce si cuentan con los reaseguros necesarios. Por ejemplo, la decisión de avanzar en el desarrollo del proceso de enriquecimiento de uranio, que generará obvias resistencias del “club de países atómicos”. Es un terreno de disputa que el país abandonó, resignando posiciones, durante el menemismo. De la mano de esta iniciativa, podría especularse que el mineral de uranio volvería a ser material estratégico, poniendo fin a la capacidad de las empresas mineras de venderlo o exportarlo libremente.

El anuncio de avanzar en un estudio de prefactibilidad para una cuarta central indicaría que el camino del desarrollo nuclear está decidido. Pero por ahora los pasos dados no van más allá de recuperar parte del terreno perdido por la energía atómica dentro del balance eléctrico. De una proporción del 15 al 17 por ciento de la oferta que tuvo hacia mediados de la década del 90, cayó prácticamente a la mitad en años recientes. Con la puesta en marcha de Atucha II, apenas revertiría parte de ese retroceso.

La oferta adicional que puedan aportar las dos centrales térmicas a construirse en Santa Fe (Timbúes) y Buenos Aires (Campana), de 600 a 800 megawatts de capacidad instalada cada una, depende en gran medida de la disponibilidad del combustible para alimentarlas. Para recibir gas, necesitarán que previamente esté construido el Gasoducto del Nordeste, que transportaría el suministro adicional de 20 millones de metros cúbicos diarios comprometidos por Bolivia. Hay que ver si esta obra llega a tiempo como para estar disponible en 2008, cuando se espera que las dos centrales térmicas estén funcionando a pleno. La alternativa es alimentarlas a gasoil –son plantas de ciclo combinado–, un combustible no sólo escaso, sino también mucho más caro que el uso alternativo del gas. En ese caso, será complicado mantener el actual congelamiento tarifario y hacer cargo al Tesoro Nacional del subsidio necesario para que las dos plantas generen en base a combustible líquido.

Para llegar a concretar la elevación de la cota en Yacyretá también quedan pasos pendientes que no son de fácil resolución, muchos de ellos dependientes de Paraguay. Los tres años previstos para la entrada en servicio de la ampliación es una apuesta, como mínimo, audaz.

En este panorama, con un cuello de botella cada vez más apretado de la oferta energética, la alternativa nuclear aparece no sólo como necesaria por lo que suma sino, además, la que brinda mayor independencia. “El plan nuclear revela buenas intenciones, ahora esperemos que se cumpla”, apunta Palamidesi, sin dejar de señalar un contexto complicado: “Ante el amago de crisis, se juntaron todas las obras pendientes, pero sin un plan duro de ahorro de energía, igual vamos a tener dificultades”.

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