ECONOMíA • SUBNOTA › BALANCE POSITIVO DE LA VISITA DE HUGO CHAVEZ
› Por Martín Piqué
Las menos de 24 horas que Hugo Chávez pasó en Buenos Aires dejaron satisfechos a locales y visitantes. Fue una visita de médico en términos diplomáticos. Ayer al mediodía, cuando el mandatario venezolano partió hacia Bolivia, los funcionarios de ambos países estaban conformes con los resultados del viaje. “Chávez le dio a Kirchner lo que quería y Kirchner lo mismo”, resumió ante Página/12 un venezolano que conoce detalles de la relación bilateral. Esa ecuación se podía constatar en los hechos y en comentarios de los dos lados. Con el salvataje a SanCor, que podría extenderse a otra empresa alimenticia argentina, Venezuela hizo un gesto que va en el sentido de la política económica del gobierno (“ni nacionalista ni privatista”, según los bolivarianos). Sumado al retiro del ex embajador Roger Capella, la decisión más fuerte de Chávez, Kirchner recibió todo lo que esperaba y un poquito más. ¿Y qué se llevó el venezolano? En su entorno lo explican sin mucho misterio: “Kirchner le dijo a Chávez que no se va a retirar del eje político de la región”.
La cena del jueves a la noche en Olivos había generado mucha expectativa y algo de tensión. Era la primera vez desde que Kirchner es presidente que el mandatario venezolano llegaba a la Argentina en un contexto bastante enrarecido en la relación entre ambos países. Tras el pedido de que relevaran a Capella de la embajada de Venezuela en Buenos Aires, una demanda que partió del propio Kirchner y que no tuvo la discreción que suele regir a la diplomacia, el futuro del vínculo había quedado en suspenso. Pero los interrogantes se despejaron tras la comida con la que Kirchner y su esposa agasajaron a Chávez en la quinta presidencial. Allí estuvieron Alberto Fernández, Carlos Zannini y Julio De Vido como anfitriones, y el titular de Energía y de Pdvsa, Rafael Ramírez, entre los visitantes.
Entre platos de pollo y ensalada, un menú habitual en el Presidente, los comensales analizaron los temas pendientes de la agenda bilateral. Incluso los más delicados. En la mesa se habló mucho de las últimas elecciones en la región, como el triunfo de Lula en el ballottage y la victoria de Chávez de hace una semana. También se conversó sobre la “estabilidad” en Sudamérica, un tema infaltable desde que Evo Morales asumió en Bolivia y que se volvió todavía más actual con el imprevisto triunfo del economista Rafael Correa en Ecuador. Aunque fue electo por una mayoría aplastante, Evo está enfrentado con la burguesía del Oriente petrolero que amenaza con acudir a vías no democráticas. Correa también ganó por mucha diferencia pero no tiene mayoría legislativa.
Además de la política regional, en la que Kirchner y Chávez tienen ciertas diferencias, los presidentes y sus invitados también conversaron sobre la posibilidad de construir el famoso mega-gasoducto desde el Orinoco hasta el Río de la Plata. Chávez y su ministro Ramírez se mostraron muy interesados en participar de la construcción del Gasoducto del Noreste que Argentina y Bolivia acordaron hace unos meses. En ese acuerdo se convino que las empresas estatales Enarsa y YPFB con la participación de alguna empresa privada –podría ser Techint, aunque también hay interés de la República de Ucrania– construirán el gasoducto de 1200 kilómetros y una planta depuradora de líquidos. En la cena Chávez dijo que Venezuela quería sumarse al negocio a través de Pdvsa.
Para avanzar en ese tema hubo otra reunión en el Sheraton, donde se había alojado la delegación venezolana. Estuvieron Fernández, De Vido, Ramírez y el ministro de Finanzas de Chávez, Nelson Merentes. Los funcionarios estuvieron horas analizando la posibilidad de que Venezuela se sume al Gasoducto del Noreste. Mientras ellos estaban reunidos, Chávez partía hacia Cochabamba, Bolivia, para sumarse a la Cumbre Sudamericana. Según contaron a Página/12 desde su entorno más cercano, en las maletas se llevaba el compromiso de Kirchner de que se mantendrá dentro del eje latinoamericano y que los rumores de un giro hacia Washington eran infundados.
Chávez también se llevó de Buenos Aires la convicción de que para normalizar definitivamente la relación deberá nombrar rápidamente al sucesor de Capella. Para eso ya tiene una lista de al menos diez candidatos, entre los que estarían un diplomático de carrera, un militar de alto grado con posgrados en temas sociales, un dirigente del partido Patria Para Todos (integrante de la coalición chavista, al que pertenece el ex canciller venezolano Alí Rodríguez) y un periodista residente en la Argentina especializado en el Mercosur.
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