Una cuestión que divide aguas entre los directores estatales y los privados es cómo mantener en el futuro la salud económica de Aerolíneas Argentinas: los primeros descuentan que es imprescindible un esquema de subsidios generoso, quizá como el que sostiene al autotransporte, mientras que los españoles sólo quieren más tarifa.

La situación económica de la empresa hoy no está en el punto crítico de otros momentos recientes, ya que consiguió un leve superávit operativo en el primer trimestre y pudo sostenerse con recursos propios, sin tomar deuda. Pero las perspectivas de prolongar este cuadro parece difícil, en particular cuando el precio de la aeronafta, que representa el 60 por ciento de sus costos, se multiplicó por tres tras la devaluación.

Los directores públicos, que naturalmente expresan ideas del Gobierno, consideran que la compañía se podría sostener con una ayuda estatal como la que ya se había dispuesto bajo el gobierno de Eduardo Duhalde, pero que abortó por divergencias entre la empresa y el gobierno. Recibir esos fondos, en alguna medida implica admitir un mayor control estatal sobre el manejo de la empresa, mayoritariamente privada.

La privatizada sigue prefiriendo un ajuste de tarifas como vía para reforzar sus ingresos, en particular cuando hay demanda que podría convalidar esos mayores precios. Mientras, apela a alternativas. Para agregar en temporada 20 frecuencias a Ushuaia con un pasaje de 710 pesos, AA recibió una subvención particular de los empresarios hoteleros, ávidos de que les llevaran clientes hasta el lejano Sur.